¿Qué santos se celebran hoy, miércoles 16 de abril de 2025?
San Toribio de Astorga es uno de los santos que se celebran en este día
¿Qué santos se celebran hoy, miércoles 16 de abril de 2025? Todos los días del año, la Iglesia Católica recuerda la vida y obra de personas que marcaron la historia espiritual del mundo con su fe y entrega y también en ocasiones, con su propio sufrimiento. Algunos vivieron entre la pobreza extrema y el rechazo social; otros, en medio del poder político, pero siempre con una entrega radical a su fe. En este día, se celebra la festividad de cuatro figuras que han sido elevadas a los altares por su vida ejemplar: San Benito José Labre, San Magnus de las Orcadas, San Toribio de Astorga y Santa Bernardita Soubirous.
Aunque sus vidas se desarrollaron en épocas muy distintas y contextos geográficos muy variados, todos comparten algo en común: una profunda vocación religiosa y una existencia marcada por el sacrificio personal, la humildad y el compromiso con el prójimo. Hoy es un día especial para quienes siguen la vida de los santos como inspiración y guía espiritual. Conozcamos más sobre estos hombres y mujeres cuya existencia, aún siglos después, sigue destacando entre los creyentes. A continuación, repasamos la vida y legado de cada uno de los santos que se celebran este miércoles 16 de abril.
San Toribio de Astorga
El legado de San Toribio de Astorga, también conocido como Toribio de Liébana, está profundamente arraigado en la historia cristiana de España. Nacido a comienzos del siglo V, su vida fue un constante viaje entre Oriente y Occidente. Tras vender todas sus posesiones, se trasladó a Jerusalén, donde fue nombrado sacristán mayor del Santo Sepulcro. De allí trajo una de las reliquias más importantes de la cristiandad: el Lignum Crucis, un fragmento de la cruz de Cristo.
De regreso en la península, pasó por Roma y fue nombrado obispo de Astorga en 444. Su férrea lucha contra la herejía del priscilianismo le granjeó enemigos tanto entre el clero como entre el pueblo, y tuvo que retirarse temporalmente. También sufrió persecuciones por parte de los visigodos, refugiándose en la zona del Monsacro. Murió en 476, y sus restos fueron trasladados siglos después al monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, donde descansan junto al Lignum Crucis.
Su festividad, el 16 de abril, es especialmente importante cuando coincide en domingo, pues da inicio al Año Jubilar Lebaniego, uno de los eventos religiosos más significativos de España. Toribio es recordado como un hombre de fe firme y convicciones sólidas, que luchó sin descanso por la ortodoxia de la Iglesia en tiempos convulsos.
San Benito José Labre
La historia de San Benito José Labre es una de esas que desconciertan al principio. Nació en 1748 en Amettes, Francia, y desde muy joven sintió la llamada a una vida espiritual. Siendo el mayor de quince hermanos, fue enviado a vivir con su tío, un sacerdote, para prepararse al seminario. Sin embargo, el miedo de perder su alma mientras intentaba salvar la de los demás le hizo renunciar al sacerdocio.
Tras múltiples rechazos en distintas órdenes religiosas (la Trapa, los Cartujos, la abadía de Sept-Fons) y una salud muy frágil, optó por una vida totalmente distinta: la de peregrino y mendigo. Recorrió los caminos de Europa visitando santuarios y regalando lo poco que recibía a quienes tenían menos que él. Se convirtió en un símbolo de santidad popular, con gestos tan radicales como hacer voto de no bañarse en señal de mortificación. Vivió durante años entre ruinas, durmiendo incluso en el Coliseo de Roma, donde finalmente moriría en 1783, con apenas 35 años.
Su vida fue un testimonio extremo de fe, humildad y desapego material. Fue beatificado en 1860 y canonizado en 1881 por el papa León XIII. Hoy es patrono de los mendigos, los vagabundos, los sin techo y los peregrinos, y su tumba, en la iglesia de Santa Maria dei Monti, en Roma, sigue siendo lugar de oración para miles de personas.
San Magnus de las Orcadas
Aunque menos conocido fuera del ámbito nórdico, San Magnus Erlendsson fue una figura clave en la historia de las Islas Orcadas, donde gobernó como jarl a comienzos del siglo XII. Nacido alrededor del año 1080, Magnus fue un líder inusual para su tiempo: profundamente cristiano, amante de la paz y contrario a la violencia, incluso cuando formaba parte de expediciones vikingas. En una ocasión, se negó a luchar en una batalla naval, permaneciendo en la cubierta de su barco cantando salmos mientras las flechas cruzaban el aire.
Su vida política no fue sencilla. Compartía el poder con su primo Haakon, con quien terminó enfrentado. En 1115, ambos se reunieron en la isla de Egilsay para buscar una solución, pero Magnus fue traicionado: Haakon llegó con muchos más hombres y lo tomó prisionero. Aunque Magnus ofreció distintas alternativas para evitar ser asesinado (exilio, peregrinación o mutilación), la asamblea decidió que debía morir. Fue asesinado de un hachazo el 16 de abril, en pleno Viernes Santo.
Pronto fue venerado como mártir y santo, y sus reliquias se trasladaron a la catedral de San Magnus en Kirkwall, que aún se alza como uno de los templos más emblemáticos de Escocia. Su canonización oficial llegó en 1898, y es hoy el único santo noruego con proceso formal de canonización. Incluso la cultura popular moderna ha recogido su figura, como demuestra la canción “Higher Grounds” que representó a Dinamarca en Eurovisión 2018, inspirada en su historia.
Santa Bernardita Soubirous
La vida de Santa Bernardita Soubirous es una de las más conmovedoras del santoral contemporáneo. Nacida en Lourdes en 1844, en el seno de una familia muy pobre, tuvo desde pequeña una salud delicada. A los 14 años, mientras buscaba leña en la gruta de Massabielle, vivió la primera de una serie de 18 apariciones de la Virgen María. Aquel encuentro cambió su vida —(y la historia del lugar) para siempre.
La joven, que apenas sabía leer ni escribir, mostró una fuerza interior asombrosa durante los interrogatorios y presiones a los que fue sometida. A pesar de todo, nunca se desdijo. En una de las apariciones, la Virgen se presentó con las palabras: «Yo soy la Inmaculada Concepción», una expresión que Bernardita no comprendía del todo, pero que corroboraba un dogma recién proclamado por la Iglesia. El manantial que brotó por indicación de la Virgen y los milagros que comenzaron a ocurrir con sus aguas consolidaron a Lourdes como uno de los grandes santuarios marianos del mundo.
Bernardita ingresó en el convento de Nevers, donde vivió una vida de humildad, enfermedad y oración. Murió el 16 de abril de 1879 a los 35 años. Fue canonizada en 1933 y su cuerpo, hallado incorrupto, reposa en una urna de cristal visitada por miles de personas cada año. Su ejemplo de sencillez, fe y obediencia al mensaje recibido sigue inspirando a millones de creyentes en todo el mundo.
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