Matamoros quiere volver a casa de su ex para recoger su recuerdo más triste: «No estaba muy allá»
La familia Matamoros vuelve a estar de plena actualidad tras las últimas confesiones
Diego Matamoros quiere recuperar algo importante de la casa de Marta Riumbau
Marta Riumbau ha tomado una decisión importante sobre su futuro más próximo
La noticia de hoy va a emocionar a muchos. Hace algo más de un año, Diego Matamoros atravesó uno de los momentos más duros de su vida emocional: la pérdida de Nanuk, el perro que lo acompañó durante más de una década. El husky siberiano, que fue testigo silencioso de las etapas más importantes de su dueño, falleció tras 13 años compartiendo viajes, mudanzas y muchas aventuras.
En medio del duelo y en plena convivencia con su entonces pareja, la influencer Marta Riumbau, Diego tomó una decisión significativa: enterrar las cenizas de Nanuk en el jardín de la casa que compartían. No se trató de un gesto impulsivo. Allí, entre árboles y plantas, eligió plantar un olivo como homenaje a esa presencia que ya no estaría en forma física, pero que seguiría creciendo en forma simbólica. «No estaba muy allá», ha comentado la modelo sobre esta historia.
El tiempo ha pasado, y la vida también ha seguido su curso para Marta Riumbau. Desde que se convirtió en madre de una niña llamada Julieta, su percepción del entorno y de lo que significa hogar ha cambiado radicalmente. Lo que antes era una casa de ensueño, con jardín amplio, piscina y espacios abiertos, ahora le genera inquietud. Las escaleras empinadas, los accesos sin barreras, el agua sin protección… todo parece una amenaza para la seguridad de su hija.
Marta Riumbau ha dado explicaciones
Marta lo ha explicado con claridad en sus redes sociales. Su mirada de madre ha transformado su forma de habitar ese espacio, y aunque aprecia la belleza y amplitud de su hogar actual, ya no lo considera adecuado para esta nueva etapa. La idea de mudarse ronda su cabeza desde hace meses, aunque encontrar una vivienda que cumpla con todas sus nuevas expectativas no está resultando tarea fácil.
Ha compartido también que ha visitado muchas propiedades, pero ninguna logra convencerla del todo. Algunas están por encima del presupuesto, otras necesitarían una reforma completa para adaptarse a sus necesidades. Mientras tanto, ha comenzado a implementar medidas para adaptar la vivienda actual a la vida con una bebé curiosa que empieza a explorar: colocar barreras físicas, buscar soluciones de protección para la piscina, y reorganizar el espacio para tener una sensación de mayor cercanía.
En medio de esta etapa de cambios, surge una cuestión sensible que involucra no solo a la propiedad, sino a la historia compartida que allí quedó. Si finalmente Marta decide vender la casa, ¿qué ocurrirá con el olivo y con las cenizas de Nanuk, que yacen bajo sus raíces?
Es precisamente esta posibilidad la que ha llevado a Diego Matamoros a pronunciarse. Preguntado por sus seguidores sobre el tema, el colaborador no ha dudado en expresar su posición. Aunque asegura que, por el momento, el árbol sigue allí, admite que su estado no es el mejor. Más allá del olivo como planta, lo que Diego busca es algo mucho más simbólico: cerrar ese capítulo de forma consciente y asegurarse de que el recuerdo de Nanuk no quede atrás, olvidado en un jardín que pronto podría pertenecer a otra familia.
Matamoros y Riumbau tienen buena relación
El romance entre Diego Matamoros y Marta Riumbau ya pertenece al pasado, pero sus huellas siguen presentes en muchos aspectos de sus vidas. La casa, en este sentido, representa mucho más que una propiedad: fue un proyecto compartido, un nido donde ambos intentaron construir un futuro y donde también vivieron pérdidas importantes.
Ahora, cada uno ha tomado rumbos distintos. Marta, enfocada en la crianza de su hija y en la búsqueda de un nuevo hogar que se adapte a su rol de madre. Diego, centrado en su estabilidad emocional y en cerrar con delicadeza los capítulos que marcaron su historia reciente. Lo que los une, aún de forma silenciosa, es ese punto en común que quedó enterrado bajo tierra: Nanuk, el compañero de tantos momentos.
Para muchos seguidores de ambos, este gesto de Diego ha sido interpretado como una muestra de sensibilidad poco habitual. No es fácil regresar a los lugares donde uno fue feliz, especialmente cuando esos lugares ya no te pertenecen. Pero él está dispuesto a hacerlo, no por nostalgia, sino por respeto.
El lado más humano de Diego Matamoros
En los tiempos que corren, donde la velocidad de los cambios muchas veces deja poco espacio a la reflexión, la historia de Diego Matamoros con su perro y el olivo que plantó habla de algo más profundo: la necesidad de cerrar etapas con cariño, de conservar los recuerdos importantes, de no permitir que lo emocional quede sepultado bajo decisiones prácticas.
Mientras tanto, Marta continúa su búsqueda de un lugar que represente esta nueva etapa como madre. Y aunque su atención está ahora volcada en su hija, es inevitable que, al tomar la decisión de vender, también tenga que enfrentarse al pasado que esa casa guarda. Entre esos recuerdos, sin duda, está Nanuk, el perro que fue parte de su vida durante años y cuya ausencia siempre será eterna.
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