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Los tomates que te comes todos los días contienen hasta 23 plaguicidas, según el último informe disponible

El informe Directo a tus hormonas 2025, presentado por Ecologistas en Acción, ha analizado la presencia de pesticidas en los alimentos que se consumen en España. Entre los productos más afectados aparecen los tomates, junto a frutas como las mandarinas, naranjas y peras.

Según los resultados, se identificaron 130 plaguicidas diferentes en los alimentos analizados durante 2023, un 23% más que el año anterior. En este mismo plano, el estudio pone de relieve la exposición continua de la población española a sustancias químicas que, aunque en niveles permitidos por la legislación, podrían tener efectos combinados sobre la salud.

Los tomates, entre los alimentos más contaminados con plaguicidas

De acuerdo con el informe, los tomates analizados por AESAN contenían residuos de 23 plaguicidas, entre ellos dos no autorizados en la Unión Europea y doce con propiedades de disrupción endocrina, es decir, capaces de alterar el equilibrio hormonal.

Además, se hallaron dos sustancias del grupo de los PFAS, conocidos como «químicos eternos» por su alta persistencia ambiental.

El documento indica que los tomates comparten la lista de alimentos con más residuos junto a los pimientos dulces, las mandarinas y las peras. En los pimientos, por ejemplo, se detectaron hasta 32 plaguicidas, mientras que en las mandarinas se registraron 31.

Estos datos confirman que las frutas y hortalizas de consumo diario son el principal canal de exposición a este tipo de contaminantes.

60 plaguicidas prohibidos siguen apareciendo en los alimentos españoles

El estudio recoge que 60 plaguicidas no autorizados por la Unión Europea se encontraron en los alimentos analizados. Entre los más frecuentes figuran el insecticida clorpirifós, de efecto neurotóxico, y los fungicidas ditiocarbamatos.

Aunque el porcentaje de muestras contaminadas por encima del límite legal fue bajo (1,73%), la presencia de sustancias prohibidas preocupa porque cualquier exposición, por mínima que sea, puede representar un riesgo para la salud.

La situación es especialmente grave en los productos importados: el 10% de las muestras extranjeras presentaba residuos de plaguicidas prohibidos, frente al 4,7% de las de origen español. Sin embargo, los alimentos producidos localmente mostraron una mayor presencia de compuestos tóxicos de otro tipo, como los disruptores endocrinos o los PFAS.

¿Cuáles son los plaguicidas que deberían sustituirse?

Entre las sustancias detectadas, 15 plaguicidas fueron clasificados como candidatos a la sustitución por su elevada toxicidad. Esta categoría incluye productos que pueden ser cancerígenos, tóxicos para la reproducción o bioacumulables.

En los tomates, se encontraron hasta seis plaguicidas pertenecientes a esta categoría, como los fungicidas fludioxonil y difenoconazole, lo que demuestra la persistencia de estas sustancias a pesar de la normativa europea que exige su reemplazo.

Según el informe, el 13% de las muestras totales analizadas en España contenía residuos de plaguicidas de sustitución, un porcentaje que ascendía al 15,5% en alimentos de origen español. La Comisión Europea ha reconocido que los Estados miembros no han cumplido con su obligación de reducir el uso de estas sustancias, lo que mantiene la exposición alimentaria de la población.

Los disruptores endocrinos en los tomates y otras frutas

El informe señala la detección de 49 plaguicidas con propiedades de disrupción endocrina en un tercio de los alimentos analizados. Entre ellos destacan los fungicidas imazalil y pyrimetanil.

En el caso de los tomates, se encontraron doce plaguicidas con estas características, una cifra significativa que los sitúa entre los productos hortícolas con mayor presencia de contaminantes hormonales.

Los efectos de los disruptores endocrinos (EDC) pueden incluir alteraciones del metabolismo, del desarrollo reproductivo y del sistema inmunitario. Aunque las concentraciones individuales estén por debajo del límite legal, la exposición combinada o ‘efecto cóctel’ podría potenciar su impacto.

El 24% de las muestras analizadas por AESAN mostraron contaminación múltiple, con dos o más plaguicidas presentes. En algunos casos, como el de los tomates, se hallaron hasta ocho residuos distintos en una sola muestra.

PFAS: los «químicos eternos» también presentes en los tomates

Los PFAS (per y polifluoroalquilos) son compuestos extremadamente persistentes, que se acumulan tanto en el medio ambiente como en el organismo. En los tomates se identificaron dos de estos plaguicidas, entre ellos el fluopyram y la lambda-cyhalothrin.

A nivel general, el 7% de las muestras de alimentos en España contenían PFAS, una contaminación que fue incluso mayor en los productos de origen nacional.

Los PFAS están asociados a alteraciones del sistema endocrino, inmunitario y al desarrollo fetal. Su presencia en frutas y verduras refuerza las demandas de organizaciones ambientales para que la Unión Europea incluya los plaguicidas PFAS dentro de la futura prohibición general de estas sustancias.

La problemática de los plaguicidas en los alimentos españoles

El informe concluye que el 37% de los alimentos analizados contenía residuos de plaguicidas, con especial incidencia en frutas y verduras.

Ecologistas en Acción reclama al Ministerio de Agricultura que impulse políticas para reducir el uso de pesticidas y refuerce los controles sobre los residuos en alimentos. Además, sugiere promover la producción local y de temporada, con el fin de disminuir la exposición a productos químicos empleados para la conservación o transporte prolongado.

El objetivo, según la organización, debería ser garantizar alimentos libres de plaguicidas para toda la población, y no convertir el acceso a productos sin tóxicos en un privilegio limitado a unos pocos.