Tecnología que ajusta la medicación en pacientes trasplantados
Una nueva herramienta permite usar información de los pacientes para determinar exactamente la dosis óptima de medicamentos después de un trasplante de riñón
Los desafíos que vienen en materia de trasplantes
En el Congreso de la Sociedad Española de Trasplante (SET), celebrado recientemente en Bilbao, los expertos han compartido los últimos avances de la especialidad. Entre ellos, se ha presentado una herramienta que utiliza información personalizada de los pacientes para ajustar la terapia que se administra después de un trasplante de riñón. Sirve para determinar la combinación de medicamentos óptima con menores probabilidades de que se presenten efectos adversos. Se llama Immunobiogram.
Los medicamentos que se administran después de realizar el trasplante de un órgano, como el de riñón, sirven para evitar que el sistema inmunológico (las «defensas») del propio paciente rechacen y ataquen el nuevo órgano (que se llama ‘injerto’) porque es un elemento extraño. Se conocen como fármacos inmunosupresores. La clave es conseguir que el sistema inmunológico siga funcionando con la potencia suficiente para atacar otros elementos extraños que pueden hacer daño, como virus, bacterias o células cancerígenas. Es el delicado equilibrio que buscan los médicos que tratan a estas personas.
Con este sistema, una muestra de sangre del paciente basta para analizar cómo está funcionando la terapia inmunosupresora y cuál es la cantidad y la combinación óptima para esa persona en particular. Funciona midiendo el efecto de los fármacos sobre las células del sistema inmunológico de un paciente (es decir, la sensibilidad del paciente al fármaco). Estos resultados se entregan al profesional médico para afinar la personalización del tratamiento.
1,5 millones de trasplante renal
Alrededor de 1,5 millones de pacientes viven con un trasplante renal en el mundo. España lidera la actividad trasplantadora mundial desde hace más de 30 años y, en 2023, superó sus mejores cifras de actividad. De acuerdo con datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en España, durante el año 2023, se realizaron 5.861 trasplantes de órganos. Los trasplantes renales lideran las cifras en nuestro país con 3.688 pacientes trasplantados, un 8% más que el año anterior, seguidos de los trasplantes pulmonares y cardiacos. Sin embargo, el 50% de los trasplantes se pierden en un periodo de 10 años y la causa principal del fracaso del injerto es el rechazo.
Además de mantener estas cifras, el reto actual en el campo de los trasplantes de órganos es asegurar su éxito, evitar rechazos y efectos adversos de la medicación, y conseguir ofrecer a los pacientes una medicina personalizada para que puedan vivir con buena calidad de vida con el órgano trasplantado el máximo tiempo posible. Hasta la fecha, en la práctica clínica no se disponía de herramientas efectivas para la personalización del tratamiento inmunosupresor en el trasplante renal.
En la mesa redonda «Medición de la falta de adherencia al tratamiento inmunosupresor y nuevas opciones de predicción», en el marco del Congreso de la SET, Julio Pascual, director médico del hospital 12 de octubre de Madrid, ha compartido su experiencia y conocimientos con el resto de la comunidad médica especializada en trasplantes.
Julio Pascual afirma que «el reto fundamental que nos encontramos en los trasplantes renales es establecer el balance adecuado entre la inmunosupresión con fármacos para evitar el rechazo y evitar también que, por un exceso de medicamentos, el paciente sufra las complicaciones derivadas de esta inmunosupresión. Si bien es cierto que, tras años de investigación, contamos con buenos inmunosupresores, la personalización del tratamiento solo se conseguía en base a los conocimientos clínicos, la intuición y la evaluación del paciente, pero hasta ahora, a diferencia de los oncólogos o los hematólogos, que cuentan con biomarcadores o medicina de precisión hace ya algunos años, no teníamos información personalizada acerca de la sensibilidad de cada paciente a los inmunosupresores».
Para Pascual, «la utilización del immunobiogram permite analizar la respuesta y sensibilidad de los inmunosupresores de manera personalizada». A su modo de ver, representa una herramienta de personalización de la inmunosupresión muy potente, pues «permite practicar en cada paciente el ensayo in vitro que ofrece un informe y orienta sobre a qué fármacos el paciente responde de manera más sensible para evitar su rechazo y qué otros solo le están aportando toxicidad o riesgo de infección o cáncer».
El análisis con esta herramienta se ha probado en mil pacientes en siete países y en la actualidad se está utilizando en hospitales de referencia de España y Portugal. La ha desarrollado la empresa española BioHope.
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