¿Por qué nos sentimos tan agotados después de acostarnos tarde?
Alguna vez nos hemos acostado más tarde de lo habitual viendo algún programa de televisión o simplemente saliendo de fiesta. Aguantar despierto hasta altas horas de la madrugada es una costumbre que quizás no resulte muy recomendable. Sin embargo, al día siguiente apreciaremos cansancio, ansiedad y somnolencia. ¿Pero por qué nos sentimos tan agotados después de acostarnos tarde?
Unos científicos estadounidenses se han propuesto conocer los motivos de este cansancio. Con el trabajo resultado esperan aportar información sobre los trastornos del sueño y abrir otras estrategias para promover el sueño de larga duración en la gente con insomnio crónico que no consiguen buenos resultados con los medicamentos usados para conciliar el sueño.
Para realizar este estudio analizaron moscas de la fruta, que presentan unos niveles de sueño muy similares a los de los seres humanos. Científicos de la Universidad Johns Hopkins, de Maryland, aseguran haber comprobado las células del cerebro que se encargan de explicar por qué al retrasar la hora de acostarse se crea somnolencia.
Las conclusiones aparecen en la revista ‘Cell’, en donde aseguran que hay una serie de células cerebrales que se ocupan de la inducción del sueño y que se vuelven más activas en el caso de las moscas cuando permanecen un largo periodo despiertas.
Pese a las diferencias que hay entre estos insectos y las personas, en realidad comparten comportamientos y genes, explica el profesor de Neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Mark Wu. Con la primera identificación de un mecanismo detrás del inductor natural del sueño ajustable, los científicos pueden buscar los mismos procesos en las personas.
En un intento por buscar las células de regulación del sueño, estos investigadores emplearon la ingeniería genética para activar una pequeña cantidad de neuronas en más de 500 cepas de mosca de la fruta y comprobar cómo descansaban estos insectos cuando se ponían en funcionamiento estas neuronas. Algunas cepas continuaban durmiendo varias horas pese a que los investigadores las habían apagado con anterioridad, deteniendo su activación y sugiriendo que los científicos dispararon el inductor del sueño en estas moscas, lo que generó una somnolencia persistente.
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