El reto de la maternidad tardía: riesgos y opciones al alcance de las pacientes

El doctor Joaquín Llácer
El doctor Joaquín Llácer.

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La aparición de métodos anticonceptivos eficaces y los cambios sociales que han acontecido progresivamente en las últimas décadas han hecho que las mujeres pospongan su maternidad a edades cada vez más tardías. Esto ha traído consecuencias importantes en cuanto a la dificultad tanto biológica como social para completar la idea de familia. Un alto porcentaje de mujeres terminan su vida reproductiva con un número menor de hijos de los que hubieran deseado. De hecho, el VIII Estudio ‘Conocimientos y hábitos de la fertilidad de las mujeres’, llevado a cabo por Ginefiv en junio 2022, refleja que hasta el 56,77% de las mujeres creen que tendrán menos hijos de los que quieren. Por su parte, los datos del INE muestran que, en efecto, el 23% de las mujeres que viven en España, con edades comprendidas entre los 35 y los 39 años, no tienen el número de hijos que les gustaría.

Si bien es cierto que las mujeres se encuentran en plenitud física y mental por encima de la quinta década de la vida, la biología es tozuda y las dificultades son mayores a medida que el tiempo va avanzando. Hoy en día, una gestación a los 20 años es un drama social en la mayoría de los casos, sin embargo, biológicamente quizá sea la edad más adecuada. Por el contrario, muchas mujeres encuentran la estabilidad suficiente (profesional, económica, afectiva…) para enfocar un proyecto reproductivo por encima de los 40 años y, en ese momento, las dificultades desde el punto de vista médico se van a multiplicar.

La fertilidad es dinámica y disminuye con la edad. Sin embargo, esa disminución apenas se aprecia hasta avanzada la treintena. Desgraciadamente, a partir de los 35 años, las posibilidades de conseguir un embarazo que finalice con éxito comienzan a disminuir de forma significativa y este descenso se hace mucho más pronunciado a partir de los 40 años.

Este deterioro de las posibilidades de éxito reproductivo va a influir tanto en la concepción natural como en los tratamientos de reproducción asistida. La principal causa de esta situación es el deterioro en la calidad de los óvulos. A partir de los 35 años, la mayoría de los óvulos dan lugar a embriones con anomalías cromosómicas (la más conocida es el Síndrome de Down). Este porcentaje supera el 80% a partir de los 40 años. Esto explica la disminución de la fertilidad y el aumento del riesgo de aborto durante el primer trimestre en mujeres de edad avanzada.

Ante esta situación, las estrategias pueden ser varias. Por una parte, la congelación de óvulos a edades más tempranas y, por tanto, de mayor calidad para poder ser utilizados cuando el proyecto de pareja o personal es adecuado y la calidad de los óvulos no permite el embarazo. Segundo, el acceso sin demora a las técnicas de reproducción asistida cuando el embarazo no llega de forma natural y, por último, la utilización de óvulos procedentes de donantes cuando las posibilidades de éxito son tan bajas que no justifican el esfuerzo físico y emocional del tratamiento.

Desgraciadamente, cada vez más y más mujeres en España tienen que recurrir a la donación de óvulos para tener hijos. Pero aun siendo la donación de óvulos un tratamiento eficaz en edades avanzadas, cuando la edad es elevada se incrementan los riesgos médicos tanto sobre la madre como en el recién nacido. Son más frecuentes en mujeres de edad avanzada trastornos como la hipertensión arterial, la diabetes, los episodios trombóticos… También hay un aumento de problemas de crecimiento fetal y parto pretérmino. Pero incluso asumiendo este tipo de complicaciones, existe controversia ética por las consecuencias pueda tener la elevada edad de sus padres sobre el bienestar del niño.

Con todo ello y debido a esta realidad, en España existe un consenso dentro de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y los expertos en medicina reproductiva aconsejan no realizar tratamientos por encima de los 50 años. En mujeres próximas a esa edad, debe confirmarse que el estado de salud de la mujer es óptimo. En cualquier caso, resulta siempre fundamental tomar decisiones centradas en la paciente y, en este tipo de casos, debemos asegurarnos siempre de que los pacientes reciban una información exhaustiva y veraz.

Doctor Joaquín Llácer
Director médico de las clínicas Ginefiv

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