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¿Qué ocurre cuando comemos sin hambre?

¿Por qué causas tenemos tendencia a determinados alimentos y comemos sin hambre? Estas son las variables que debes conocer, toma nota.

  • Francisco María
  • Colaboro en diferentes medios y diarios digitales, blogs temáticos, desarrollo de páginas Web, redacción de guías y manuales didácticos, textos promocionales, campañas publicitarias y de marketing, artículos de opinión, relatos y guiones, y proyectos empresariales de todo tipo que requieran de textos con un contenido de calidad, bien documentado y revisado, así como a la curación y depuración de textos. Estoy en permanente crecimiento personal y profesional, y abierto a nuevas colaboraciones.

Cuando comemos sin hambre, nos hemos dejado influenciar por elementos externos que nos incitan al consumo, como el estrés, el aburrimiento o la ansiedad por hacer un cambio en nuestra rutina. Pero generalmente este impulso se desvanece en unos minutos. De esta forma, si nos resistimos ante el primer embate del antojo, podemos evitar comer sin apetito.

¿Por qué comemos sin hambre?

En la vida diaria, se dan situaciones que estimulan nuestro estado de ánimo, y las satisfacemos comiendo. Algunas de ellas son:

El estrés

El exceso de trabajo o la preparación intensa de un examen, por ejemplo, generan estrés. Es común que canalicemos nuestra ansiedad con determinados alimentos y comida chatarra, lo que nos genera más estrés, más ansiedad y lo peor de todo: arrepentimiento o frustración, porque comemos sin hambre.

Ansiedad por los cambios

La ansiedad nos impide dormir bien. Cuando nos sentimos ansiosos, es común que nos levantemos en mitad de la noche a comer algo, aunque no tengamos hambre. Cuando eso sucede, necesitamos aceptar que alguna situación que vivimos nos estresa y enfrentarla y eliminar los motivos que nos impiden el descanso.

La publicidad

El mundo de la publicidad sabe muy bien cómo hacer para generar ciertas emociones y lograr más ventas. La insistencia de un anuncio condiciona y estimula su consumo, sin importar la hora que sea. Si vemos una comida que se ve sabrosa, querremos comerla, pero no porque tengamos apetito.

Las emociones

Es bien sabido que las emociones pueden hacer que consumamos una cantidad de alimentos no esenciales. De hecho, aunque no dure mucho, su ingesta nos proporciona bienestar y tenemos tendencia a asociarlo con un sinónimo de recompensa, que nos hace recordar momentos agradables, por ejemplo, de la infancia.

El aburrimiento

Es casi una actitud refleja el estar sentados sin hacer nada y las ganas de comer algo. El permanecer en la misma posición sin desarrollar ninguna actividad nos pone ansiosos y lo mismo sucede cuando navegamos sin rumbo por Internet, o cuando estamos sentados en el tren, o esperando el autobús. Muchas veces comemos sin hambre por simple aburrimiento.

La presión social

Ver a otras personas comiendo genera, automáticamente en nuestro cerebro, ganas de comer, pues recordamos el placer que obtendríamos si lo hiciéramos. Por eso, debemos pensar si realmente sentimos apetito antes de consumir un alimento. 

Para evitar estas situaciones, es conveniente no llenar la despensa con alimentos que nos aporten grasas o azúcares, sino abastecernos de frutas, verduras y alimentos saludables. También es recomendable que tengamos a mano siempre una botella de agua fresca, para llenar esa sensación de vacío que no es necesariamente hambre.

Cuando sintamos el impulso de levantarnos de noche a comer, esperemos unos minutos. Es posible que en la espera nos volvamos a dormir, o el impulso inicial pase, por lo cual evitaremos esa comida innecesaria. ¿Por qué crees que comemos sin hambre? Déjanos tu opinión.