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Qué es la distimia: depresión más leve pero duradera en el tiempo

Uno de los principales desafíos que plantea el diagnóstico de la depresión es que este trastorno es capaz de camuflarse con otros. Y en este término es cuando hablamos de la distimia.

Hablamos de una problemática mucho más común de lo que imaginamos, y que incluso podría estar afectando a alguien de tu círculo cercano. ¿Cuáles son sus características y cómo podemos diferenciarla de la tristeza?

¿En qué consiste la distimia?

Ésta es una forma de depresión más leve pero más duradera. También conocida como «trastorno depresivo persistente», puede distinguirse de la depresión «típica» porque el paciente nunca experimenta los peores síntomas de este problema de salud grave. Generalmente pasa por algún que otro episodio más severo, pero tiende a confundirse su depresión con tristeza o nostalgia.

La melancolía que parece afectar a estas personas suele atribuirse a su personalidad y no a un problema de salud permanente. Como la depresión es constante, pero no aguda, los amigos y familiares tienden a relativizarla y no prestarle demasiada atención. Muchas veces, es el propio sujeto el que asume que ese es su modo de ser y deja de preocuparse por si se tratara de un trastorno.

Según las investigaciones, la distimia tiene una prevalencia mayor en las mujeres que en los hombres, y un gran porcentaje de gente que convive con este trastorno tiene al menos una patología previa. De diagnosticarse la distimia, el tratamiento debe ser inmediato.

No hay que confundirla con la tristeza

Se puede estar triste o ser nostálgico, sin sufrir de distimia. Y se puede padecer de distimia, sin estar triste ni ser melancólico. ¿Cómo identificar a cada uno? Quienes tienen distimia se alejan de los demás y reducen al mínimo sus actividades diarias. Mientras que la tristeza suele llevar a pedir consuelo a los seres queridos, la distimia normalmente hace que la persona se retraiga.

Los sujetos con distimia se vuelven huraños y no hallan recompensa en los placeres de la vida como el amor, el sexo o la comida. Siempre que esa falta de emociones y esa manera «vacía» de vivir se prolonguen más de dos años, sin signos de recuperación, se hablará de distimia. Si hay períodos de recuperación a lo largo de ese tiempo, estaríamos refiriéndonos, entonces, sólo a tristeza.

¿Cuáles son las causas de la distimia?

La ciencia no ha descubierto una causa única para este trastorno. Se cree que hay varios factores que contribuyen a la depresión sostenida, y la herencia genética -además de los eventos traumáticos- puede ayudar a que se desarrollen estas problemáticas.

Recientemente, se está haciendo hincapié en cómo el estrés crónico es una de las causas más frecuentes de la distimia.

Quienes han sido diagnosticados anteriormente con otra enfermedad crónica son más propensos a tener distimia en el futuro.

¿Cuáles son los síntomas de este problema?

La distimia es una depresión más leve pero más duradera. La mejor manera que tenemos de reconocer sus síntomas es no negar la posibilidad de que alguien de la familia, o nosotros mismos, tengamos distimia. La falta de energía y de capacidad para concentrarse en cosas concretas son dos de los síntomas más recurrentes de este trastorno. La desesperanza es otro de sus síntomas habituales.

Los cambios caracterizan la presencia de distimia, con modificaciones en los patrones del sueño o en el peso del paciente. Generalmente, hay dificultar de conciliar el sueño y el individuo tiende a despertar de madrugada en reiteradas ocasiones.

¿Cómo se diagnostica la distimia?

Para diagnosticar esta afección, un adulto debe pasar por un estado de ánimo depresivo durante al menos dos años, presentando dos o más de los síntomas citados. La complicación es que esos síntomas pueden camuflarse con los de otros trastornos similares. Dadas estas semejanzas, ante la sola duda de estar atravesando una enfermedad de distimia, será conveniente consultar a un profesional.

La distimia es más probable en pacientes de enfermedades cardíacas, o patologías potencialmente terminales como el cáncer. Resulta una amenaza específica para aquellos con trastornos de ansiedad o que han caído en el abuso de sustancias nocivas. Como naturalizan sus sentimientos, los pacientes de distimia no concurren a clínicas ni hospitales para que evalúen su estado.

¿Cómo se trata la distimia?

Las terapias para este trastorno son, casi siempre, paralelas. Se suministran medicamentos antidepresivos desde el inicio, intentando controlar el origen de la depresión, y se somete al paciente a una terapia cognitiva conductual o interpersonal. Recordemos que son tratamientos a largo plazo, los cuales pueden llegar a extenderse más de cinco años en total.

Mientras tanto, prioriza las tareas según a su prioridad. Haz lo que puedas, cuando puedas, y pide una mano a tus cercanos. Participa en reuniones sociales, aunque sean de pocas personas. Las personas que se aíslan tardan más en recuperarse de la distimia.

Y, por supuesto, evita el tabaco y el alcohol. Haz lo que esté a tu alcance para alimentarte saludablemente y ejercítate.