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Palpitaciones: ¿cuándo debemos realmente preocuparnos?

Como consecuencia de los niveles de estrés a los que estamos sometidos, es probable que en algún momento tengamos sensaciones algo extrañas y similares a una aceleración del ritmo cardíaco sin explicación aparente. Normalmente las anomalías son pasajeras pero, si tenemos palpitaciones, ¿cuándo debemos preocuparnos?

Ésta es una pregunta que suelen hacerse las personas que en diferentes situaciones se encuentran con dolencias localizadas en la zona del pecho, acompañadas de esos aleteos o pálpitos fuertes, y que notan que el problema persiste durante más tiempo del que debería. Si éste es tu caso, mejor que sigas leyendo atento estas líneas.

¿Cuándo consultar a un médico por palpitaciones?

Siempre que las palpitaciones sigan más de media hora, o incluso cuando se vayan y vuelvan, tienes que acercarte a un hospital o clínica para que un profesional de la salud te haga un chequeo.

Lo primero que procurará el médico es llevar a cabo una exploración física detallada y elaborar la historia personal. Si eso no le aporta la tranquilidad que se busca en estas circunstancias, te recomendará realizarte estudios, probablemente un electrocardiograma, que ofrezca información detallada sobre la causa de este problema.

Al obtener los datos que provee el electrocardiograma a lo largo de 24 o hasta 48 horas, el profesional estará listo para darte un diagnóstico definitivo y encarar así un tratamiento de prevención de nuevos episodios de este estilo.

¿Qué puedo hacer mientras tanto?

Si crees que no están dadas aún las condiciones para desplazarte al hospital o la clínica, hay ciertos consejos relacionados con tu rutina, indispensables para reducir la frecuencia con la que se producen las palpitaciones.

Por ejemplo, debes reducir al mínimo el consumo de bebidas alcohólicas y drogas como cocaína o anfetaminas. Sin llegar a esos extremos tampoco puedes beber más de una taza de café al día, ya que todos éstos son aceleradores del ritmo cardíaco que, con el paso de los años, favorecen las enfermedades crónicas.

Además, es buena idea adoptar técnicas de relajación que ayuden a reducir tu ritmo cardíaco en segundos. Tanto el yoga como el taichí, por mencionar dos disciplinas muy comunes, te brindarán la paz que te hace falta.

También se aconseja llevar adelante un entrenamiento ligero, que combine ejercicios aeróbicos y anaeróbicos, mejorando tu estado en general para que el organismo afronte mejor los factores de riesgo de palpitaciones. Actividades como el ciclismo o la natación, complementadas con gimnasio, son perfectas en este sentido.