V JORNADA OKSALUD

Expertos reclaman la financiación de los fármacos para la obesidad, quinta causa de mortalidad

La obesidad implica distintas alteraciones de los mecanismos que regulan la saciedad, el consumo de calorías y otras funciones del organismo

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Ana Belén Crujeiras, directora del grupo de Epigenómica en Endocrinología y Nutrición y co-coordinadora de la Unidad de Epigenómica en IDIS; José Antonio Sacristán, director médico de Lilly e Irene Bretón, coordinadora del área de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición han sido los participantes en la segunda mesa redonda de la V Jornada de OK SALUD, bajo el título La revolución de la obesidad: de la investigación básica a la consulta del médico, patrocinada por la compañía farmacéutica Lilly, en la cual se ha puesto de manifiesto la existencia de diferentes tipos de obesidad y se han explicado algunos de los mecanismos que explican por qué unas personas la padecen y otras no.

«Investigadores, clínicos e industria van de la mano para cambiar el abordaje de la obesidad y sobre todo mejorar la salud de las personas», ha recordado a modo de introducción a la mesa la moderadora, Beatriz Muñoz, directora de OKSALUD. Es un mensaje que los tres participantes en la mesa han destacado durante sus intervenciones.

Ana Belén Crujeiras ha comenzado explicando que en la obesidad hay un componente genético que explica el 30% del riesgo de desarrollar la enfermedad y una serie de elementos ambientales a los cuales corresponde el restante 70% (como el ambiente obesogénico, con acceso ilimitado a alimentos de escasa calidad y las trabas a la actividad física). «Los componentes ambientales modifican la expresión de los genes, sin cambiar la secuencia de ADN, pueden activar genes perjudiciales. Hay un factor epigenético diferencial entre personas obesas y personas con peso saludable, de hecho, se ha visto que el cáncer de mama asociado a la obesidad tiene marcas moleculares diferentes».

Por su parte, Irene Bretón celebraba que los avances en ciencia básica permiten a los médicos explicar cada vez mejor a los pacientes qué está sucediendo, ya que muchas personas se preguntan «¿Por qué yo?», y detallar por qué la obesidad es un problema que va más allá del peso corporal: «El modelo de comer menos y moverse más parece muy simple, pero no es válido para todo el mundo, la balanza entre ingesta y consumo de calorías no es una verdad absoluta, y los mecanismos que la regulan no son iguales para todas las personas. Entenderlo mejor es tranquilizador». Según ha asegurado, «la investigación nos ha dado herramientas fantásticas para explicar qué está pasando».

En su primera intervención, José Antonio Sacristán ha recordado que la investigación de cualquier medicamento es un proceso largo (hasta 12 años) y costoso (supera los 1.200 millones de euros), y que «solo una de cada diez moléculas investigadas llega a comercializarse». De hecho, indicaba que la primera molécula del tipo de los nuevos tratamientos para la diabetes y la obesidad se descubrió en Lilly hace más de 20 años, y que la última de las que han aprobado, ha requerido la realización de 25 ensayos clínicos con más de  11.000 pacientes en todo el mundo (con un papel protagonista de España, líder europeo en ensayos clínicos, que ha aportado el 10% de los pacientes estudiados).

Crujeiras ha retomado la cuestión de los mecanismos alterados para subrayar, en primer lugar, «que los pacientes no son culpables, sino que hay mecanismos que no están funcionando bien» y explicar que cuando la ciencia básica descubre qué procesos del organismo están alterados, señala dianas terapéuticas (las disfunciones que los fármacos vendrán a corregir).

Cuando se cuestionaron las vacunas covid bajo el argumento de que «se las sacaron de la manga» se pasa por alto que existía una base científica de décadas de investigación básica que se pudo aprovechar para desarrollar esas vacunas, ha añadido.

Desvelar este tipo de mecanismos estropeados es además una herramienta para que los médicos elijan el mejor plan de tratamiento para cada paciente, ha añadido Bretón. Sacristán ha puesto de relieve los millones de vidas que el tratamiento eficaz de la obesidad está salvando, puesto que según diversos estudios, «el 75% de los pacientes no logra el éxito terapéutico, o recae, si únicamente se aplican dieta y ejercicio». Eso sí, ha subrayado que el tratamiento debe combinar las nuevas herramientas que son los medicamentos con un abordaje de la enfermedad en toda su complejidad para crear «un círculo virtuoso», que contribuye al éxito en la terapia y acompaña al paciente con un equipo de profesionales de diferentes disciplinas (endocrinología, nutrición, psicología…)

Definitivamente, como sus compañeros de debate, se muestra decidido a luchar contra el estigma: «Esto no es una cuestión de fuerza de voluntad, el estigma que rodea a los pacientes es enorme, hasta el punto de que evitan ir al médico».

Bretón también ha coincidido en la importancia de caracterizar a cada paciente, y se ha referido al «poco presente, pero relevante» problema de los brotes que se presentan en etapas como al abandonar el tabaquismo o momentos vitales de estrés: «Hay que identificarlos y tratarlos».

Ambos han lamentado que la Administración no financie los nuevos medicamentos para la obesidad, en parte porque no está implantada la cultura de que es una enfermedad. Bretón ha apuntado que en los datos de listas de espera no se incluye información sobre cirugía bariátrica (la cirugía de la obesidad), «como si no fuera importante», y Sacristán declaraba «inaudito» que no se financien los medicamentos para una enfermedad que es la quinta causa de mortalidad.

De cara al futuro, no obstante, se muestran optimistas sobre las probabilidades de alcanzar un cambio de actitud «basándonos en evidencias científicas». Sacristán aventura nuevos hallazgos en cuanto al impacto del tratamiento de la obesidad en enfermedades relacionadas (en el área cardiometabólica, como las estudia su compañía, ya abundan los resultados) e incluso otras como las dolencias autoinmunes o neurológicas, incluyendo alzhéimer y párkinson (aún preliminares).

Crujeiras señala como línea de investigación novedosa la del tejido adiposo y la inflamación crónica, «para la identificación de nuevas dianas terapéuticas» y Bretón se inclina por la búsqueda de biomarcadores para saber qué pacientes responderán mejor y diseñar planes terapéuticos cada vez más personalizados. En cualquier caso, todos esos planes de futuro vendrán de la mano de la colaboración, han insistido.

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