La gripe altera la microbiota intestinal y su resistencia a antibióticos comunes

La infección con el virus de la gripe A cambia la microbiota intestinal, lo que afecta a su resistencia frente a antibióticos muy comunes como los que se emplean en infecciones de oído o de garganta

El estudio lo ha realizado investigadores de la Universidad CEU San Pablo y se ha publicado en la revista Microbiology Spectrum de la Sociedad Americana de Microbiología

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El estudio se ha publicado en la revista Microbiology Spectrum de la Sociedad Americana de Microbiología.

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Un estudio coordinado por investigadores de la Universidad CEU San Pablo, de los Grupos Virología e Inmunidad Innata y MICROAMB-Biotecnología bacteriana ambiental, junto con investigadores del Geneva Center of Inflammation Research, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra, y la Icahn School of Medicine del Hospital Mount Sinai de Nueva York, han publicado en la revista Microbiology Spectrum de la Asociación Americana de Microbiología un artículo que demuestra que la infección con el virus de la gripe A cambia la microbiota intestinal, lo que afecta a su resistencia frente a antibióticos muy comunes como los que se emplean en infecciones de oído o de garganta.

El análisis revela además que, durante los primeros días tras la infección, se reduce la capacidad de la microbiota intestinal de metabolizar azúcares, algo que se recupera entre cinco y siete días después. Tal y como detalla uno de los autores principales, el virólogo Estanislao Nistal: «Hemos analizado cambios relativos a la resistencia frente a antibióticos en comunidades bacterianas intestinales de ratones infectados con un virus de la gripe. Se ha observado que en la microbiota intestinal aumenta transitoriamente la resistencia a familias de antibióticos tan comunes como las cefalosporinas, que se utilizan para las infecciones de oído, garganta, neumonía o meningitis, entre otras enfermedades».

«Tradicionalmente el estudio de la resistencia antibiótica se realiza a partir de poblaciones de bacterias aisladas de un paciente. Nuestra aproximación estudia esta resistencia en comunidades de bacterias, en las que muchas bacterias juntas determinan la resistencia de la comunidad. Esta estrategia permitiría una mejor elección de los antibióticos en tratamientos más individualizados. Conocer el comportamiento de una comunidad microbiana (como, por ejemplo, las bacterias intestinales) podría permitir anticiparse a un fracaso terapéutico por la aplicación de un antibiótico ineficaz para un paciente», detalla Pedro Jiménez, coautor principal del estudio.

El conocimiento sobre la resistencia antibiótica en comunidades bacterianas ha sido escasamente explorado debido a la complejidad asociada a su interpretación. La resistencia frente a un determinado antibiótico puede variar dependiendo de qué bacterias y qué mecanismos de resistencia estén presentes en una comunidad. Este estudio evidencia que las infecciones por gripe no solo alteran la composición de la microbiota intestinal, sino también su capacidad metabólica y respuesta a ciertos antibióticos. Enfermedades que afectan a la microbiota intestinal podrían alterar su actividad y función metabólica, incluyendo la resistencia a antibióticos administrados por vía oral. «La caracterización funcional de estas comunidades complejas es esencial, aunque actualmente se limita mayormente a descripciones taxonómicas. Conocer los cambios funcionales podrían influir significativamente en las estrategias de tratamiento, especialmente en infecciones causadas por varios microbios a la vez», explican Marina Robas y Jesús Presa, primeros firmantes del estudio.

El papel de la micriobiota

Algunos órganos de nuestro cuerpo albergan un mundo microscópico complejo y dinámico, conocido como microbiota, donde las bacterias desempeñan un papel fundamental. «Gracias a las técnicas de secuenciación genómica avanzada, ahora podemos identificar las bacterias presentes en nuestro cuerpo, incluso aquellas difíciles de estudiar en el laboratorio debido a su resistencia para ser cultivadas, en este estudio planteamos técnicas para estudiar su ‘respuesta grupal’, más allá de su uso tradicional», detalla Nistal.

Este avance ha servido para mejorar el tratamiento de enfermedades intestinales inflamatorias, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, y está transformando, por ejemplo, nuestra comprensión de las disbiosis y su relación con afecciones neurológicas o algunos tipos de cáncer. Sin embargo, a pesar de poder conocer qué bacterias están presentes, la mayoría de las investigaciones no se centran en saber qué determina su comportamiento grupal y sus consecuencias. En este estudio se da un paso más allá, tratando de entender cómo las bacterias se comportan grupalmente, algo que sigue siendo un desafío, especialmente al intentar interpretar la relación entre dicho comportamiento y su conexión con distintas enfermedades y la manera de tratarlas.

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