Ésta es la dieta que debes seguir si quieres mejorar la atención y la memoria
En el estudio se incluyó a 96 adultos con obesidad durante tres meses
La estrategia se llama "nutrición de precisión para el cerebro"
En el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga y la Plataforma en Nanomedicina (IBIMA Plataforma BIONAND) se ha llevado a cabo un estudio sobre la microbiota intestinal y la inflamación que muestra efectos beneficiosos en el cerebro de personas con obesidad gracias a una «nutrición de precisión», con el ayuno intermitente como estrategia asequible y eficaz para cuidar la salud. El trabajo se ha dado a conocer en la revista científica Gut, y lo han coordinado Francisco J. Tinahones, Isabel Moreno-Indicas y Virginia Mela.
El un equipo de investigadores del Hospital Universitario Virgen de la Victoria (HUVV), el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) en colaboración con el grupo de Resonancia Magnética Biomédica (BMRL) y el grupo de Bases Moleculares de los Sistemas Biológicos (SibiUMA) todos miembros del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA Plataforma BIONAND), aporta una pieza clave para comprender cómo un sencillo patrón de alimentación puede proteger tanto el cuerpo como el cerebro.
Obesidad y cerebro
El ayuno intermitente en días alternos (ADA) no solo reduce la grasa corporal, sino que refuerza la memoria, la atención y el control inhibitorio en personas con obesidad a través de la comunicación del eje intestino-cerebro.
El ayuno intermitente ha sido una constante en la evolución de los homínidos y hace sólo un corto espacio de tiempo que el ser humano se alimenta prácticamente sin que existan periodos de ayuno.
La obesidad es un factor de riesgo no solo para problemas cardiovasculares y metabólicos, sino también para un declive cognitivo prematuro. Diversos estudios epidemiológicos han vinculado la inflamación crónica y las alteraciones de la microbiota intestinal con un peor rendimiento en tareas de memoria y atención.
Muchas aproximaciones dietéticas se han prescrito a pacientes con obesidad, pero hasta ahora se desconocía si estas podrían contrarrestar ambos frentes de forma simultánea. En el estudio se incluyeron 96 adultos con obesidad (Índice de Masa Corporal entre 30 y 40 kg/m²) que participaron en un ensayo clínico de tres meses de duración.
Un grupo siguió una dieta mediterránea equilibrada, otro grupo una dieta cetogénica (rica en grasas y baja en carbohidratos) y en último lugar, un tercer grupo realizó ayuno intermitente en días alternos (ADA), es decir, una alternancia de un día de ingesta habitual (sin restricción calórica intencionada) con otro de ingesta muy reducida (menos del 25 % de las calorías habituales).
Antes y después del periodo de intervención, todos los participantes realizaron pruebas neuropsicológicas estándar para medir memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, atención sostenida y control inhibitorio. Asimismo, se analizaron marcadores inflamatorios en sangre (principales citocinas proinflamatorias) y se secuenció la microbiota intestinal. Para profundizar en los mecanismos de acción, se realizaron estudios in vitro con microglía (principal célula de defensa cerebral) derivada de células sanguíneas de los pacientes ADA antes y después de someterse a la dieta, así como trasplantes de su microbiota en ratones de laboratorio.
Más allá de la balanza
Aunque las dietas produjeron pérdidas de peso comparables (una reducción media del 7% del peso corporal inicial), el grupo de ayuno intermitente fue el que mostró mayor rendimiento cognitivo en las distintas pruebas al compararlo con las otras dietas. Además, los niveles de marcadores de inflamación sistémica (ej., ferritina y MCP-1) disminuyeron significativamente, lo que sugiere un potente efecto antiinflamatorio añadido a la mera pérdida de grasa.
En cuanto a la microbiota, el ayuno intermitente reconfiguró la comunidad bacteriana: disminuyeron géneros relacionados con respuestas inflamatorias crónicas y neurotoxicidad, mientras que aumentaron géneros productores de ácidos grasos de cadena corta (como butirato), conocidos por fortalecer la barrera intestinal y modular la actividad de las microglías cerebrales. Los experimentos en animales confirmaron que la transferencia de esta microbiota mejoró la «limpieza» de residuos neuronales y redujo la activación proinflamatoria de la microglía debida a la obesidad, un efecto que no pudo replicarse con la mera administración de cuerpos cetónicos.
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