España blinda sus centros sanitarios por la gripe: mascarilla obligatoria según los niveles de alerta
El texto anima a potenciar la teleconsulta cuando el cuadro clínico lo permita, reorganizar circuitos en urgencias
Las comunidades autónomas han acordado con Sanidad un protocolo común para contener el crecimiento acelerado de la gripe y otros virus respiratorios. La decisión llega en un diciembre donde la curva epidémica ha empezado a subir antes de tiempo y con fuerza, empujada por una variante del virus A que está generando más consultas, más urgencias y una presión asistencial creciente. En este tablero invernal, las autoridades han decidido moverse juntas: un marco único para activar medidas según la gravedad de cada territorio, de modo que el país no avance con respuestas dispersas, sino con una partitura compartida.
La reunión de la Comisión de seguimiento se produce en un momento en el que la gripe ha entrado ya en fase epidémica, con una tasa en Atención Primaria de 112,2 casos por cada 100.000 habitantes frente a los 12,8 que había en el mismo periodo del año pasado.
El documento establece cuatro niveles de alerta basados en criterios epidemiológicos y hospitalarios. A cada escalón le corresponde un conjunto de medidas, que pueden ir desde simples recomendaciones hasta obligaciones formales. Entre estas últimas destaca el regreso de la mascarilla en centros sanitarios cuando la transmisión sea alta o muy alta. La escena es conocida: trabajadores, pacientes y acompañantes deberán cubrirse nariz y boca en consultas, salas de espera y urgencias si la situación lo exige. En niveles más moderados, la mascarilla vuelve como recomendación fuerte, especialmente para personas con síntomas o contacto estrecho con colectivos vulnerables.
Más vacunación
El protocolo también refuerza la vacunación como columna vertebral de la estrategia. Aunque la nueva sublínea del virus pueda restar algo de eficacia al antígeno, la inmunización continúa siendo decisiva para reducir hospitalizaciones y cuadros graves. Por ello, se pide a las comunidades intensificar las campañas, ampliar horarios, acercar puntos de vacunación y persuadir a los grupos de riesgo —mayores, embarazadas, enfermos crónicos— de que la dosis sigue siendo un escudo útil.
Otra pieza del plan se centra en la organización asistencial. El texto anima a potenciar la teleconsulta cuando el cuadro clínico lo permita, reorganizar circuitos en urgencias para separar pacientes respiratorios y valorar restricciones temporales en visitas a hospitales y residencias si la presión se dispara. También se prevé que trabajadores de centros sociosanitarios con síntomas puedan ser reubicados temporalmente para proteger a quienes más lo necesitan. En paralelo, se refuerza la vigilancia epidemiológica y se insiste en medidas de prevención cotidiana: quedarse en casa si se presentan síntomas, ventilar espacios y lavarse las manos con regularidad.
Aunque el protocolo marca la línea general, la aplicación será flexible. Cada comunidad podrá decidir cuándo activar las medidas según sus indicadores propios. Esto permite que regiones con menor incidencia mantengan recomendaciones suaves, mientras otras adoptan la obligatoriedad de mascarilla o limitaciones en visitas. El objetivo, aun con la descentralización habitual del sistema, es garantizar que los criterios que desencadenan cada medida sean equivalentes en todo el territorio, evitando improvisaciones o diferencias excesivas entre autonomías vecinas.
Foco de incidencia
La reacción pública ha sido variada, aunque mayoritariamente favorable. Profesionales sanitarios valoran el acuerdo como un paso necesario en un momento en que las urgencias empiezan a desbordarse, mientras que algunos sectores sociales piden prudencia para que el país no vuelva a escenarios restrictivos innecesarios. Las autoridades, por su parte, insisten en que el protocolo es dinámico y busca ser quirúrgico, no invasivo: actuar donde haga falta, cuando haga falta y durante el tiempo imprescindible.
En los próximos días, el foco estará puesto en la evolución de la incidencia, la ocupación hospitalaria y la velocidad de propagación. Si la ola sigue creciendo, es probable que más comunidades activen niveles superiores del protocolo. Si se modera, las medidas quedarán en el terreno de la recomendación firme. En cualquier caso, el mensaje es claro: la gripe ha ganado terreno este invierno y la respuesta, por primera vez en varios años, hay unificación de criterios.
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