El ejercicio intenso frena el crecimiento de los tumores
Nadie discute ya los beneficios que proporciona la actividad física en nuestra salud. Además de prevenir distintas patologías, como son las enfermedades cardiovasculares, también ayudan a combatir otras dolencias que ya están presentes en los pacientes. Es lo que ocurre con el cáncer. Científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) han demostrado en un estudio hecho con ratones que el ejercicio físico intenso frena el crecimiento de los tumores, llegando incluso a reducir el volumen.
Este trabajo se acaba de publicar en la revista Cell Metabolism. La directora de la investigación, Pernille Hojman, asegura que una de las primeras preguntas que realizan los pacientes de cáncer a los especialistas es sobre la cantidad de deporte que pueden practicar. Reconoce que siempre fue complicado determinar la intensidad de la actividad para estos enfermos. Gracias a esta investigación se sabe ahora que puede llegar a resultar muy beneficioso el ejercicio intenso para que provoque una buena secreción de adrenalina, y de esta manera “potenciar la llegada de ‘células asesinas’ del sistema inmune al tumor”.
Estas ´celulas asesinas’ son un tipo de linfocito del sistema inmune que tienen capacidad de controlar y regular el volumen de los tumores. Hasta ahora no se había desarrollado ningún trabajo que analizase el papel de la actividad deportiva en la regulación de estas células, y por tanto, de su papel en la masa tumoral. Para llevar a cabo esta investigación emplearon ratones con cáncer para comprobar las consecuencias que tenía el ejercicio intenso en el tumor, más en concreto la adrenalina que segrega al practicar una actividad deportiva.
En dicha investigación le inyectaron a los animales adrenalina para simular el aumento de este componente, como si realizasen ejercicio. Apreciaron que el incremento de adrenalina implicaba una movilización de ‘células asesinas’ al torrente sanguíneo, e incluso estas células fueron capaces de localizar el tumor e introducirse en él. Concretando un poco más, los ratones que se pasaban la mayoría del tiempo corriendo en las ruedas que tenían instaladas en sus jaulas redujeron en un 50% el volumen de los tumores pulmonares, de piel o hepáticos en comparación con aquellos más sedentarios y que apenas se movían.
Más adelante, los autores de este estudio también emplearon ratones genéticamente modificados para conseguir una cantidad de ‘células asesinas’ más baja, detectando que la actividad física también implicaba un incremento de la concentración de este tipo de linfocitos en el tumor y por tanto había una caída en el peso de la masa tumoral y del tamaño. Pese a contar con una cantidad muy pequeña de ‘células asesinas’, los roedores que pasaban mucho tiempo en la jaula dando vueltas en las ruedas mostraban una tasa de crecimiento tumoral normal, pero el bloqueo de los receptores de adrenalina implicó que el beneficio de la actividad física fuera más pequeña.
En definitiva, gracias al ejercicio físico intenso se consigue la secreción de adrenalina, que incrementa la sensibilidad de las células asesinas y que son capaces de llegar hasta los tumores para reducir su volumen. Un tratamiento natural que abre una nueva puerta a la investigación.
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