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Despertar cuando todos duermen: el ciclo sueño-vigilia

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

Se le llama el ciclo de sueño-vigilia a la alternancia entre los estados de “estar despierto” (vigilia) y “estar dormido” (sueño). Una teoría dice que: la cantidad de sueño que experimentamos, depende del tiempo en que estamos despiertos antes de dormir. Es decir, que: cuanto más tiempo permanezca usted despierto, y cuanto más cansado y somnoliento se encuentre, mayor será el impulso para conciliar el sueño, y esto le hará dormir durante más tiempo, hasta que su cuerpo alcance la función normal de nuevo (equilibrio), explica el Dr. Álex Ferré.

Algunos investigadores creen que hay un ciclo de reactivación – suspensión independiente que se ejecuta con su propio ritmo, pero que también interactúa de acuerdo con el ritmo circadiano. Se han desarrollado muchas otras teorías a fin de definir cómo y por qué dormimos y cuáles son las causas básicas que nos hacen dormir.

El ciclo sueño-vigilia está controlado por distintos sistemas de señalización en el sistema nervioso central. Uno de ellos es el sistema de las orexinas (ORX), considerado un sistema inductor de la vigilia.

En las personas que sufren insomnio crónico, los ciclos de sueño-vigilia están afectados, produciéndose un estado de hiperactivación cerebral. Durante el día, una concentración elevada de orexinas es necesaria para estabilizar la vigilia; durante la noche estos niveles descienden, permitiendo el sueño y reduciendo, por tanto, la vigilia.

En el caso de las personas que padecen insomnio, se produce una liberación sostenida de orexinas, que prolongaría la vigilia durante la noche, manteniendo a las personas en un estado de hipervigilancia.

En este sentido, el neurofisiólogo clínico Javier Albares ha afirmado que «los pacientes con insomnio crónico muestran una tendencia ha estado de vigilia hiperactiva durante el período de descanso, que produce un impacto considerable en el sueño nocturno y en la vida diurna». Cuando este estado se mantiene más de tres veces a la semana y excede los tres meses de duración, se considera insomnio crónico.

Los expertos señalan que es clave favorecer el adecuado funcionamiento del ciclo sueño-vigilia y reducir esa hiperexcitación o hipervigilancia durante la noche.

Las benzodiazepinas pueden provocar sedación diurna

El catedrático de Farmacología Cecilio Álamo, profesor emérito de la Universidad de Alcalá, ha advertido de que las benzodiazepinas pueden provocar «una sedación diurna excesiva, agresividad y violencia paradójica, trastornos de la memoria, deterioro cognitivo, riesgo de demencia, tolerancia, dependencia, insomnio de rebote, ansiedad a la supresión, síndrome de retirada, incoordinación motora o caídas».

Así se ha pronunciado en el marco del XVI Congreso de la Asociación Española de Psiquiatría Privada, donde se ha dedicado un espacio a compartir las novedades en el abordaje del insomnio crónico, una enfermedad prevalente y persistente.

En esta línea, ha explicado que «con independencia del tipo de terapia utilizada en cada paciente, los objetivos del tratamiento del insomnio deben centrarse en mejorar, por un lado, la calidad y cantidad de sueño, y por otro, los síntomas diurnos asociados al mismo».

Según lo establecido por las guías europeas de práctica clínica para el tratamiento farmacológico del insomnio en adultos, lo recomendado a corto plazo -durante un período menor a 4 semanas- son benzodiazepinas, otros hipnóticos no-benzodiazepínicos (denominados fármacos Z) y antidepresivos sedantes. Estos fármacos, si bien permiten la inducción al sueño, alteran su arquitectura, provocando en muchos casos tolerancia y dependencia.

Por otro lado, ha destacado que, con algunos hipnóticos, «los pacientes pueden dormir más rápido, durante más tiempo y con menos despertares, pero no pueden sentir ningún beneficio en la vida cotidiana».