Derrame conjuntival: Definición, causas y tratamiento
Lamentablemente, los derrames oculares no pueden prevenirse
El derrame conjuntival, conocido también como hemorragia subconjuntival o hiposfagma, es una afección bastante común que aparece cuando se rompe uno o mas vasos sanguíneos de la esclerótica, es decir, la parte blanca del ojo. Su principal seña de identidad es una mancha roja, consecuencia de la acumulación de sangre. Esta puede verse fácilmente, causando una gran preocupación en el paciente.
Afortunadamente, el derrame ocular jamás saldrá al exterior ni traspasará el limbo corneal, y tampoco ocasionará problemas de visión. De hecho, est alarmante, aunque insignificante, señal desaparecerá con el paso de los días. Siempre y cuando no esté relacionada con otras afecciones de mayor gravedad. Este es, por tanto, el único síntoma de la enfermedad. Ninguna hemorragia de este tipo debería causar dolor, fiebre o irritación.
Causas de un derrame conjuntival
El origen de esta hemorragia puede ser de lo más variado, aunque la opción más recurrente es un aumento súbito de la presión sanguínea a causa de un fuerte estornudo o una tos severa. Además, si el derrame conjuntival aparece con asiduidad en el ojo izquierdo, podría estar asociado directamente con problemas cardíacos. Razón por la que no solo debe visitar al oftalmólogo, sino también a su médico de cabecera. Otras causas menos comunes son:
- Traumatismo ocular
- Diabetes mellitus
- Hipertensión arterial
- Cantidades excesivas de algún medicamento con capacidad para alterar la coagulación sanguínea.
- Infección viral
- Cirugías en el ojo
- Enfermedades hematológicas
Una afección sin tratamiento
Como ya hemos dicho con anterioridad, el derrame conjuntival desaparecerá con el paso de los días. Este tipo de hemorragias sanan por si solas de forma progresiva. Lo normal es que dicha recuperación se alargue en el tiempo desde una semana hasta un mes, dependiendo del paciente y el número de vasos sanguíneos que se hayan roto.
Durante este proceso, es habitual que la esclerótica adquiera un tono amarillento y es muy importante evitar cualquier contacto con la zona afectada. No debes ejercer ningún tipo de presión o fricción sobre el ojo.
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