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Consciencia silenciosa: el 25% de los pacientes en coma sienten su entorno

Participaron 353 personas con lesiones cerebrales provocadas por traumas, infartos o accidentes cerebrovasculares

  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

Un estudio internacional publicado en The New England Journal of Medicine y citado por Nature revela que al menos una de cada cuatro personas en coma tras una lesión cerebral puede escuchar y ser consciente de su entorno, aunque no pueda responder físicamente a las órdenes que se le dan.

Los resultados de esta investigación muestran que, aunque estas personas no podían levantar el pulgar al ser instruidas para hacerlo, sí presentaron actividad cerebral consistente cuando se les pidió imaginarse moviéndose o realizando ejercicio.

Además, los hallazgos sugieren que podrían utilizar interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) para comunicarse, según indicó Nicholas Schiff, neurólogo de Weill Cornell Medicine en Nueva York y líder del estudio. Las BCI son dispositivos implantados en la cabeza que capturan la actividad cerebral y la traducen en comandos, permitiendo, por ejemplo, mover un cursor en una computadora.

En el estudio participaron 353 personas con lesiones cerebrales provocadas por traumas físicos, infartos o accidentes cerebrovasculares. De ellos, 241 no reaccionaron a las pruebas estándar de capacidad de respuesta, como levantar el pulgar, mientras que 112 sí lograron responder.

Todos los participantes fueron sometidos a al menos uno de los dos tipos de escáner cerebral utilizados en el estudio: la resonancia magnética funcional (fRM), que mide la actividad cerebral de manera indirecta a través de la oxigenación de la sangre, y el electroencefalograma (EEG), que mide directamente la actividad de las ondas cerebrales mediante electrodos colocados en el cuero cabelludo.

Durante las sesiones de escaneo, se pidió a los participantes que imaginaran actividades como jugar al tenis o abrir y cerrar la mano. Estas instrucciones se repitieron de forma continua durante intervalos de 15 a 30 segundos, seguidos de pausas, y el ejercicio se repitió entre seis y ocho veces en distintas sesiones.

De aquellos que no respondían físicamente, aproximadamente el 25% mostró actividad cerebral durante las pruebas, ya fuera con EEG o fRM. Este fenómeno, conocido como disociación motora cognitiva, permite la respuesta mental sin manifestación física.

Este cuarto de personas tendía a ser más joven, haber sufrido lesiones por trauma físico y vivir con la lesión desde hace más tiempo en comparación con los demás. Sin embargo, el neurólogo Daniel Kondziella, del hospital Rigshospitalet en Copenhague, advierte que se necesitarían evaluaciones repetidas durante semanas o meses para entender mejor estos vínculos. «Sabemos muy poco sobre cómo evolucionan las trayectorias de recuperación de la conciencia en diferentes tipos de lesiones cerebrales a lo largo del tiempo», destacó.

En el caso de las 112 personas que sí respondieron a pruebas como levantar el pulgar, el 38% también mostró actividad cerebral constante. Estos resultados fueron ligeramente mejores que los del otro grupo, aunque no por mucho, lo cual los investigadores atribuyen a la alta exigencia de las pruebas. «He participado en una resonancia magnética haciendo este experimento, y es complicado», comentó Schiff.

Estudios previos ya habían identificado la disociación cognitiva motora en personas con lesiones cerebrales que no respondían físicamente. Por ejemplo, una investigación de 2019 encontró este fenómeno en el 15% de los 104 sujetos evaluados. Sin embargo, el presente estudio es más amplio y representa el primer esfuerzo multicéntrico de su tipo, con pruebas realizadas en seis hospitales de Bélgica, Francia, Reino Unido y Estados Unidos.

Los investigadores también señalaron algunas limitaciones del estudio. Por ejemplo, no todos los centros médicos utilizaron la misma cantidad o tipo de tareas en las exploraciones de EEG o fRM, ni el mismo número de electrodos en las sesiones de EEG, lo que podría haber afectado los resultados.