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Concepto y tratamiento de la catatonia

Entre las enfermedades menos conocidas, relacionadas con nuestro sistema neurológico, se encuentra la catatonia. Aquí te contamos más sobre ella.

  • Francisco María
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La catatonia es un síndrome neuropsicológico que afecta principalmente a las capacidades motoras del individuo. Lo más probable es que todos hayamos visto alguna representación de un paciente catatónico en el cine o la televisión. La imagen de la catatonia más comúnmente difundida por las artes en general, consiste en un estado de ausencia y total inmovilidad, donde la persona presenta una extrema rigidez muscular y carece de cualquier tipo de reacción a estímulos externos, como si estuviera “petrificada”. A continuación, hablaremos un poco más sobre la historia de este síndrome, sus síntomas, el tratamiento, y cómo viven los pacientes.

¿Qué es la catatonia?

Como mencionábamos, la catatonia consiste en un síndrome neuropsicológico que se caracteriza por la aparición de anomalías motoras, que a menudo están acompañadas por alteraciones cognitivas y de la consciencia. Por lo general, es más frecuentemente diagnosticada en pacientes con trastornos mentales o físicos previos.

El primer caso registrado oficialmente ha ocurrido en Alemania, donde Karl Kahlbaum utilizaría por primera vez, en 1874, el término “catatonia” para referirse a los síntomas observados en uno de sus pacientes. Este médico alemán dedicaría años de su carrera a documentar todas las señales de este síndrome, enfocándose en sus repercusiones motoras.

A principio, los expertos tendían a concebirla como algo similar a la parálisis general progresiva. Algunos años después, la catatonia se clasifica como un subtipo de demencia precoz, aunque Paul Eugen Bleuler, psiquiatra y eugenista, proponía considerarla como una esquizofrenia de tipo catatónico a principios del siglo XX.

Esta concepción sería adoptada oficialmente en la década de 50, tras la publicación de la primera clasificación del DSM/MDE (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) para la catatonia, que sería reconocida como un “trastorno esquizofrénico”. Solo a partir de la década de 80, se empezaría a desvincular la catatonia y la epilepsia, hasta que finalmente gana una clasificación especial como síndrome neuropsiquiátrico, tras la publicación del DSM V.

¿Cuáles son los síntomas de la catatonia?

Desde su descubierta, la catatonia ha significado un gran desafío para los especialistas, teniendo en cuenta la amplia gama de alteraciones psicomotoras descritas entre sus posibles síntomas. En líneas generales, se suele hablar de dos patrones de presentación con manifestaciones clínicas diferentes, son ellos:

Señales de la patología

A continuación, explicamos un poco mejor algunos de los principales síntomas generales de la catatonia:

Diagnostico y tratamiento de la catatonia

Generalmente, para diagnosticar la catatonia se requiere la aparición de al menos tres de los síntomas anteriormente mencionados, en un periodo de alrededor de 24 horas. Cabe destacar que estos síntomas pueden aparecer, ya sea de forma aislada o conjunta, en otros trastornos psicomotores. Por lo que siempre resulta indispensable consultar a un médico especialista.

No obstante, muchas personas presentan anosognosia respecto a los síntomas motores. Ello significa que son incapaces de percibir las alteraciones motoras en su propio cuerpo, aunque resulten evidentes para las demás personas. Este es, principalmente en los adultos, uno de los obstáculos para el diagnostico temprano de la catatonia.

A su vez, el tratamiento de la catatonia depende, en gran medida, de la identificación de la causa, es decir, del origen de los síntomas presentados por cada paciente. Se suelen emplear fármacos en la mayoría de los casos, que pueden ser combinados con terapias electro-convulsivas (o incluso reemplazados, caso los medicamentos no surtan los efectos deseados en el paciente).

Muchos pacientes muestran dificultades para interactuar e integrarse socialmente. En estos casos, suelen resultar beneficiosas las terapias ocupacionales o sesiones de psicoeducación, que también se revelan eficaces para prevenir los ataques de catatonia.