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Nutrición, masajes y medidas posturales

Cómo abordar los trastornos gastrointestinales funcionales del lactante

Cólicos, reflujo o estreñimiento son un conjunto de síntomas gastrointestinales no explicados por alteraciones estructurales o bioquímicas, pero que interfieren en la calidad de vida del lactante

Se estima que hasta un 40% de los lactantes sufren este tipo de episodios, que generan irritabilidad y un llanto inconsolable

Los trastornos gastrointestinales funcionales (TGF) son un conjunto de síntomas gastrointestinales, no explicados por alteraciones estructurales o bioquímicas, que interfieren en la calidad de vida del lactante y, por ende, en la de sus familias. En palabras de la Dra. Gema García Ron, pediatra en el Centro de Salud La Rivota de Alcorcón (Madrid): «Clínicamente, estos trastornos no suponen importantes complicaciones para el bebé. Aunque tienden a desaparecer espontáneamente, para las familias puede llegar a generar cierta ansiedad y visitas frecuentes al pediatra2.

En el marco de las III Jornadas de Nutrición Pediátrica, organizadas por Nutricia, dos expertas han puesto el foco en la definición y el tratamiento de algunos de los principales trastornos gastrointestinales funcionales – a través del abordaje nutricional y postural, primera línea de tratamiento recomendada por las guías de nutrición pediátrica – como son los cólicos, el reflujo y el estreñimiento.

El cólico infantil o del lactante es un síndrome conductual que afecta a bebés sanos durante los primeros cuatro meses de vida. Se estima que hasta un 40% de los lactantes sufren este tipo de episodios, que generan irritabilidad y un llanto inconsolable. Por su parte, “el reflujo o regurgitación es la subida del contenido gástrico hacia la boca de manera involuntaria y sin esfuerzo que afecta a un 70% de los bebés. El estreñimiento se define como una disminución en la frecuencia de las deposiciones, pero donde también juega un papel importante la consistencia y el dolor asociado a la defecación. Llega a afectar hasta a un 15% de los pequeños”, explica la Dra. García.

El papel de la nutrición

En palabras de Susana Bravo, matrona y fundadora de SusMatronas: «La nutrición es la base de todo. En el caso de los bebés con cólicos alimentados con leche materna, la principal causa suele ser un mal agarre. Esto provoca que se ingieran muchos gases que se acumulan y cuesta eliminar. Además, hay que valorar alguna posible intolerancia o alergia. En el caso de los bebés alimentados con leche de fórmula, también es clave evaluar el tipo de leche y cómo se administra el biberón, si esperan a que llore, si hay una sobrealimentación, o si al preparar la leche se agita demasiado, generando más burbujas y, con ello, aumentando la ingesta de gases. También es importante administrar el biberón lo más incorporado posible, parando cada 15-20 tragos y ayudando a expulsar los gases varias veces durante la toma».

Por su parte, la Dra. García reconoce que «en casos de reflujo, la maduración del esfínter esofágico inferior junto con la introducción de la alimentación complementaria suele ser suficiente para resolver el problema. Para situaciones de estreñimiento, basta un aporte adecuado de fibra en la dieta para controlar el problema».

Cómo podemos identificarlos y abordarlos

Según señala la Dra. García «es habitual recurrir a medidas posturales para ayudar a los bebés que sufren reflujo y estreñimiento. Para el reflujo, la posición semi incorporada es especialmente útil en mayores de 12 meses. Para el estreñimiento, los masajes abdominales junto con una dieta adecuada pueden ayudar al bebé a un manejo adecuado de las heces».

En el caso de los cólicos, Susana Bravo explica la regla del tres para detectarlos en el bebé: «un llanto que dura más de 3 horas, durante más de 3 días a la semana y que persiste más de 3 semanas. También podemos realizar una palpación en el abdomen, observaremos cómo está timpánico -sonido como de tambor que al palpar producen algunas cavidades del cuerpo cuando están llenas de gases- y voluminoso». Ante esta situación, la experta aconseja realizar masajes, ya que «dar un masaje a un bebé es algo que comunica amor, libera tensiones y, además, produce cambios fisiológicos que ayudan a los bebés a crecer y a desarrollarse, estimulando el sistema nervioso cerebral y mejorando el funcionamiento de su sistema inmunitario».

La matrona Susana Bravo recoge las claves para realizar un buen masaje cuando nuestro bebé sufre cólicos:

1. Lo primero y más importante es la creación de un ambiente agradable y cómodo. Nos colocaremos en la cama, el sofá o una colchoneta, donde más relajados estemos. Añadir algún olor y música relajante también puede resultar favorable.

2. Ubicarnos en una habitación caliente, ya que el bebé estará sin ropa durante el masaje.

3. Evitar el móvil o dispositivos que puedan interrumpir la sesión de masaje.

4. Realizar movimientos amplios, lentos y rítmicos en el abdomen, con la presión suficiente para que resulten agradables y estimulantes al mismo tiempo.

5. Evitar dar el masaje al bebé con un tacto poco profundo, ya que produce cosquilleo.

6. En la medida de lo posible, debe utilizarse casi toda la mano para amoldarnos al cuerpo del bebé. Ejerceremos una presión suave pero firme en el abdomen, la suficiente para fomentar la circulación sanguínea y hacer saber que tu pequeño está en buenas manos.

7. No se recomienda realizar masajes a aquellos bebés que padezcan enfermedades agudas, otitis o fiebre, ya que su piel estará más sensible y no desearán ser excesivamente tocados.