País Vasco
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El pueblo más pequeño del País Vasco, a 1 hora de Bilbao: rodeado de naturaleza y palacios del siglo XVII

Cuando llega el otoño, y sobre todo cuando tenemos días festivos como el de hoy, que no sólo es domingo, si no que además es el Día de la Hispanidad, apetece organizar planes como el que te proponemos: visitar un bonito pueblo, que destaque por su encanto y por su sencillez. Pueblos como este: el pueblo más pequeño del País Vasco, a 1 hora de Bilbao que está rodeado de naturaleza y palacios del siglo XVII.

El pueblo en cuestión es Lanestosa, una villa diminuta escondida entre montañas, en el extremo occidental de Bizkaia, que presume de ser el pueblo más pequeño del País Vasco. Pero a pesar de su tamaño, se trata de un pueblo con mucha historia, arquitectura tradicional y una tranquilidad difícil de encontrar hoy en día y todo, a menos de una hora de Bilbao. Un lugar en el que nada más llegar, te acoge la sensación de que has viajado al pasado. Calles empedradas, balcones de madera, escudos en las fachadas y un silencio roto solo por el murmullo del río Calera, que cruza el pueblo de punta a punta. Aquí el tiempo corre distinto, más despacio.

La villa fue fundada en 1287 por Lope de Haro, señor de Bizkaia, y durante siglos tuvo una importancia clave en el camino que unía Castilla con el Cantábrico. Por sus calles pasaron mercaderes, viajeros y hasta el emperador Carlos V, que hizo noche aquí en su viaje hacia Yuste. Aquella época dejó huella: palacios del siglo XVII, casas de indianos y fachadas blasonadas que todavía conservan ese aire noble de tiempos prósperos.

Dónde está el pueblo más pequeño del País Vasco

Lanestosa se encuentra en la comarca de Enkarterri, justo en el punto donde Bizkaia toca Cantabria. Es un pequeño valle rodeado de montes, con el río Calera atravesando el pueblo. Su tamaño de poco más de 1,3 km (con 246 habitantes) puede ser pequeño, pero su historia como hemos avanzado, es inmensa.

Su situación, entre provincias y antiguos caminos comerciales, le dio un papel importante desde la Edad Media. Por aquí pasaban las rutas que conectaban la Meseta con el mar, y eso marcó su carácter: un pueblo de paso, pero con raíces profundas. Hoy esa ubicación le otorga un encanto especial, mitad vasco, mitad norteño, con ese tono rural que combina piedra, verde y calma en partes iguales.

Qué ver en Lanestosa

Pese a su tamaño, Lanestosa guarda mucho que ver y disfrutar. Su casco histórico es una joya medieval llena de callejones estrechos y empedrados, salpicados de casas blasonadas y palacetes que hablan del pasado próspero de la villa. Pasear por la calle Real, con sus balcones y su aire señorial, es una experiencia que conecta directamente con la historia.

Uno de los lugares más emblemáticos es el Puente Viejo, construido en el siglo XVIII sobre el río Calera. Su único arco, de más de once metros, fue esencial para el comercio y el tránsito entre Burgos y Laredo. Muy cerca, se levanta la Iglesia de San Pedro, del siglo XVI, con un interior sencillo pero elegante, presidido por un retablo mayor digno de una visita tranquila.

Si subes un poco más, el mirador de Lanestosa ofrece una de las mejores vistas del valle. Eso sí, hay que ganárselo: son 176 escalones, pero la panorámica compensa el esfuerzo. Desde allí también se accede a Kobenkoba, conocida como la Cueva de los Judíos, que hoy funciona como un pequeño centro de interpretación del arte rupestre, con referencias a Ekain y Altamira.

El pasado indiano está muy presente en el pueblo. Muchas familias que emigraron a América regresaron con fortuna y construyeron auténticas mansiones, como las casas de Pedro Martínez González o Antonio Echevarría Ortiz. Todas ellas forman parte del encanto arquitectónico de Lanestosa. También destaca el Palacio Colina, del siglo XVIII, uno de los edificios más notables, donde se dice que Carlos V pernoctó durante su viaje a Yuste.

La vida cotidiana se concentra entre la Plaza Vieja, también llamada Balcón de Bizkaia, y la Plaza Nueva, creada en los años 60 como nuevo punto de encuentro. Desde cualquiera de ellas parten las calles que llevan hasta el río, donde una senda fluvial acompaña al visitante entre cascadas y rincones frescos. A su lado, aún se conserva el antiguo edificio de las Escuelas (1888), testigo de otra época.

Lanestosa está muy bien preparada para el turismo tranquilo. Dispone de un área para autocaravanas con todos los servicios, un punto de limpieza y reparación de bicicletas para los amantes del BTT, y un entorno ideal para quienes buscan senderismo, rutas naturales o simplemente perderse entre los sonidos del bosque.

Cómo llegar a Lanestosa

Llegar a Lanestosa es sencillo y, además, el viaje ya forma parte del encanto. Desde Bilbao hay poco más de una hora de carretera (unos 70 km). Las rutas más recomendables son la BI-3622 y la BI-3629, que atraviesan paisajes verdes y montañosos típicos de Enkarterri. Si se viene desde Cantabria o desde Castilla y León, la vía más directa es la N-629, una carretera nacional que serpentea entre valles y prados.

A la entrada del pueblo hay un aparcamiento amplio junto al ayuntamiento, donde también llegan los autobuses de Bizkaibus. En temporada alta, si el espacio se llena, existe otro aparcamiento junto a las piscinas municipales. Una vez dentro, lo mejor es recorrer Lanestosa a pie: no hace falta coche para descubrirlo.

Y si después de la visita apetece seguir explorando, muy cerca se encuentran lugares tan recomendables como el valle de Karrantza, el Karpin Fauna, la Cueva de Pozalagua o el Hayedo de Balgerri. Todos ellos completan una escapada perfecta para este otoño entre naturaleza, historia y tradición vasca.