Vicente Gil: «Israel mejora el mundo liquidando en Líbano a la rata Nasralá de Hezbolá»
Israel ha liquidado al líder de la organización terrorista Hezbolá, Hasan Nasralá, y a buena parte de su cúpula operativa. El mundo es hoy mejor con un criminal menos como Nasralá. Hezbolá ya ha nombrado sucesor, pero caerá también si sigue atacando a Israel. Lo ha dicho Benjamin Netanyahu: «No hay rincón de Oriente Medio al que no podamos llegar». La advertencia incluía, ante posibles represalias, a los ayatolás del régimen maligno de Irán, que están detrás de todo esto y son la verdadera causa de la inestabilidad de la región. Fuentes de Inteligencia aseguran que Irán ha escondido a Ali Jamenei para que no termine como Nasralá. Israel va a invadir en breve el sur del Líbano para establecer por sí mismo una franja de seguridad.
La Operación Nuevo Orden con la que se eliminó al jeque Nasralá fue otro ejercicio de inteligencia y ejecución precisa de las Fuerzas de Defensa de Israel . Como días antes lo fue la Operación Beeper con la que Israel llevó el miedo al cuerpo, los pantalones y las chaquetas de miles de terroristas chiíes dejando a cientos de ellos muertos, heridos, amputados, ciegos o castrados para beneficio de la humanidad.
Hasan Nasralá llevaba al frente de Hezbolá desde 1992. Su reguero de sangre no se limita a Israel o el Líbano. Alcanzó Argentina dos veces, Panamá, Bulgaria o Siria, donde se unió a Rusia y a Bachir el Asad para masacrar a la oposición en esa guerra civil no terminada. En Siria siguen miles de sus terroristas como se comprobó el día que les explotaron sus buscas en su mismos pantalones.
Bajo la dirección de Nasralá, Hezbolá, junto a Irán, entró en las extensas redes del narcotráfico y lavado de dinero en América Latina, estrechando lazos con las FARC colombianas y operando desde la Venezuela de Chávez y Maduro. Nicolás Maduro montó este domingo un acto en La Guaira de homenaje póstumo a Nasralá. Nada raro por alejada que esté Venezuela de Oriente Próximo.
La mano negra de Nasralá y de Hezbolá llegó a Argentina no sólo con los atentados contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en el 94. Nasralá estaba buscado por la Interpol por el asesinato del fiscal argentino de origen judío Alberto Nisman, que apareció muerto en 2015 con un tiro en la cabeza después de que el fiscal señalara a Irán, a Carlos Menem y a Cristina Fernández de Kirchner en el caso AMIA. Los Kirchner trataron de hacer pasar la muerte del fiscal Nisman como un suicidio. Pero la verdad se fue abriendo paso y, aunque el juicio sigue pendiente está claro que lo mataron entre la mafia de Nasralá y esa mafia política interna, ya con lazos bolivarianos, que en 2015 gobernaba Argentina, los Kirchner, cuya corrupción estaba Nisman investigando a fondo.
Desde la guerra de 2006, Hasan Nasrallá llevaba, prácticamente, viviendo como una rata, que es lo que era, escondido en el subsuelo de Beirut. El ataque de la aviación israelí del viernes por la noche fue selectivo y letal. Nasrallah y la gentuza que le acompañaban estaban en su cuartel general subterráneo de un edificio residencial de Beirut planeando nuevos ataques a Israel.
Israel ha demostrado con fotos que el cuartel general de Hezbolá donde se escondía Nasralá estaba exactamente a 53 metros, por un lado, y a 123 metros, por otro lado, de dos escuelas de la ONU. ¿Sabía la ONU que Nasralá estaba escondido ahí?
Pero hay más. Israel ha liquidado también al líder de Hamás en el Líbano, Fateh Sherif. ¿Saben ustedes a qué se dedicaba este tipo? Sherif era profesor de UNRWA, la Organización de la ONU para los Refugiados Palestinos, en una de las escuelas de Naciones Unidas. Es más, Sherif era el jefe de la asociación de maestros de UNRWA en el Líbano. ¿La ONU tampoco sabía nada de esto? Ahora dicen que estaba apartado a tareas administrativas desde que se enteraron. Excusas.
Trabajadores de la UNRWA participaron directamente en los asesinatos, violaciones y secuestros del 7-O. Naciones Unidas dijo entonces, para minimizarlo, que eran «manzanas podridas». Mintieron. Lo que hay es una complicidad total, desde hace muchos años, entre la ONU, Hamás y Hezbolá contra Israel. Las operaciones militares israelíes en Gaza y Líbano están dejando desnudas las vergüenzas de la ONU, una de las organizaciones más inútiles y más llena de vividores que he conocido sobre el terreno en mis años de conflictos y guerras por el mundo. Antonio Guterres debería haber dimitido.
¿Qué tiene que hacer Israel para defenderse? ¿Confiar en la ONU? Piensen la parcialidad que supone ya el papel de los cascos azules que hay desplegados en el sur del Líbano. Son fuerzas de interposición. ¿De «interposición» entre qué?, me pregunto yo. ¿Entre el bien y mal cabe la «interposición»? Entre el bien y el mal, sólo cabe actuar… contra el mal. Y con determinación. Allí están nuestros soldados españoles como cascos azules perdiendo el tiempo junto a soldados ghaneses o nepalíes que van, casi, con mosquetones de madera. Cuando la cosa se pone fea, se meten todos, horas y horas en los refugios. FINUL significa Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano. Interina, provisional… Llevan desde 1978 sin hacer nada.
¿Cuándo han evitado los cascos azules de la ONU un ataque con misiles de Hezbolá contra Israel? Nunca. La fuerza de la ONU en el sur del Líbano debería hacerlo y, si no, dejar el camino libre, que es lo que va a ocurrir, para que sea Israel la que establezca una verdadera franja de seguridad y que los más de 60.000 israelíes desplazados del norte del país puedan volver, seguros, a sus casas, como les ha prometido su gobierno. Israel va a entrar por tierra al sur del Líbano, en cuestión de horas o días para hacer por sí misma la labor que no hace la ONU y alejar las bases de misiles de Hezbolá de la frontera israelí fuera del alcance de las ciudades israelíes del norte.
He leído y visto estos días en la prensa nacional y europea, también en TVE, que Nasralá fue «asesinado». En un editorial de El País se dice: «Si Netanyahu consideraba terrorista al líder de Hezbolá, debía llevarlo ante un tribunal, no matarlo en un bombardeo indiscriminado». No puede haber más mentiras en tan pocas palabras. ¿El País no considera a Nasralá un terrorista cuando usa ese condicional «si»? ¿Tiene alguna duda el diario oficial del gobierno de Pedro Sánchez de que Hasan Nasralá era un terrorista? ¿Por qué esa simpatía -y parcialidad- hacia Hezbolá y Hamás?
¿De verdad creen El País o TVE que se podía ir a Beirut a detener a Nasrallá y juzgarlo? Que sean sinceros. Israel podría haberlo hecho porque ya ha demostrado audacia, determinación y capacidad operativa suficiente para hacer posible lo imposible y llegar a cualquier rincón. Pero en ese caso, El País o TVE lo hubieran llamado «secuestro» en vez de «asesinato».
Habla El País de un «bombardeo indiscriminado». Miente también, como el resto de medios. Muchos edificios civiles de Beirut y el Líbano -como ha quedado demostrado en Gaza- no son sólo los escondrijos de las ratas de Hezbolá o Hamás. Son verdaderos polvorines donde se almacenan los cohetes con los que Hezbolá castiga el norte de Israel. Claro que hay fallos, como en todas las guerras, pero los bombardeos israelíes alcanzan, en su mayoría, sus objetivos terroristas con precisión. Fue el caso del bombardeo contra el edificio de Nasralá, pese a lo que digan El País y TVE. Lo que, a continuación, se produce en muchas ocasiones son una serie de explosiones secundarias en esos edificios que expanden su efecto letal a quienes están alrededor por la cantidad de armamento acumulado por los terroristas, incluidos, como se ha visto estos días, misiles tierra-mar, de corte iraní, para atacar a la Marina de Israel. Numerosas víctimas sobre el terreno son causadas por esas explosiones secundarias provocadas por los propios terroristas.
Los terroristas usan edificios residenciales para protegerse y luego poder acusar a Israel de matar a civiles por placer. En Gaza manda Hamás, pero en el Líbano se supone que hay un gobierno que no debería permitir que sus ciudadanos fueran usados como escudos humanos por una organización criminal como Hezbolá.
¿Dónde está la ONU? ¿Dónde está el estado libanés? En ningún sitio porque no existe. Del Líbano actual cabe esperar poco. Es un Estado fallido donde Hezbolá, o sea Irán, se ha convertido en un estado dentro del estado.
El Líbano fue la Suiza de Oriente Medio en la segunda mitad del siglo XX gracias a la mayoría cristiana que lo gobernaba con enorme tolerancia hacia las minorías judía y musulmana. Era un país orgulloso de su convivencia, de su progreso y de su mente abierta fruto de su raíz judeo-cristiana, como Europa. Un país riquísimo, orgulloso de su carácter occidental en pleno Oriente Medio. A las universidades del Líbano mandaban a estudiar a sus hijos los jerarcas, musulmanes, de los países árabes de alrededor.
Cuando el Líbano obtuvo la independencia, en los años 40, el 70% de la población era cristiana. En 30 años, la mayoría pasó a ser musulmana y ahí empezaron los problemas y la violencia. En los años 70 el panorama cambió con la progresiva llegada de musulmanes y la expulsión de más de tres millones de palestinos desde Jordania. El rey Hussein se los quitó de enmedio porque no quería saber nada de ellos y los mandó al Líbano. Esta es la verdad.
Los musulmanes del Líbano empezaron a ser mayoría por la razón de siempre. Los cristianos tenían una sola mujer, un número limitado de hijos y mentalidad occidental y tolerante. Los musulmanes fueron poblando el país no haciendo nada especial: teniendo varias mujeres y muchísimos más hijos que los cristianos. Como está pasando ahora en Europa. Deberíamos tomar nota.
Fue cuestión de tiempo que la población musulmana fuera mayoría. La tolerancia que habían mostrado los cristianos con ellos no la devolvieron y empezaron las milicias, los controles nocturnos, las persecuciones y los asesinatos de cristianos maronitas y ortodoxos para eliminarlos. La OLP del terrorista Yaser Arafat, instalada en el Líbano, empezó a atacar a Israel desde el sur del país.
La guerra civil estalló en el 75 con el dinero del petróleo saudí y de los países árabes de la región detrás. Nunca aceptaron ni quisieron que el Líbano fuera un lugar neutral y de convivencia. Destruyeron el estado libanés desde dentro para convertirlo en punta de lanza contra Israel. Con los años ha terminado siendo lo que es hoy para desagrado de los países árabes suníes: una avanzadilla de la Irán chií de los ayatolás dando al Mediterráneo.
Israel se ha acercado a muchos de esos países árabes estos años. Irán no lo soporta y quiere la guerra. Mientras tanto, para evitar problemas internos, unos y otros usan el discurso hipócrita de la defensa de la causa palestina. Eso sí, no acogen ni a un sólo refugiado palestino y levantan enormes muros para evitar su entrada. Esta es la verdad. Dicen defender a los palestinos pero no los quieren con ellos.
Israel lleva en guerra desde el día en que David Ben-Gurion proclamó su independencia con el territorio que la ONU le concedió tras la descolonización. Ese mismo 14 de mayo de 1948 todos los países árabes de su alrededor le declararon la guerra. Lean los periódicos de la época. El mismo día de su independencia ya le declararon la guerra. Desde entonces, en esos enfrentamientos ha ido ganando, simplemente, el más fuerte y ampliando su territorio.
Israel debe cumplir la resoluciones de las Naciones Unidas y aceptar los dos estados, pero ¿qué debe hacer si está rodeada de países que le hostigan desde hace 70 años y que han pasado del panarabismo del siglo pasado al islamismo más radical para imponer la Yihad en Occidente?
En unos días será 7 de octubre, primer aniversario de los ataques terroristas de Hamás. Un año después, Ismail Hamiya y buena parte de la cúpula de Hamás ha sido aniquilada y las infraestructuras, túneles y propaganda de los islamistas han quedado anuladas y al descubierto para vergüenza de Occidente que lleva dos décadas financiando esa enorme base terrorista que es Gaza.
Un año después del 7-O, los cómplices necesarios de aquella matanza brutal, Hezbolá e Irán, han conocido también la ira de Israel. Hasan Nasralá, sus lugartenientes y miles de sus terroristas han sido aniquilados total o parcialmente. No habrá paz en Oriente Medio mientras Irán siga fomentando la guerra.
La simpatía tonta de Occidente por terroristas islamistas de la calaña de Hezbolá o Hamás no tiene límite. ¿Podemos ser más idiotas en Occidente?.
Hezbolá significa «Partido de Dios». Sólo el nombre debería hacernos temblar y tener las ideas claras. Sus intenciones van más allá de la aniquilación de Israel. Los siguientes somos todos nosotros, queramos verlo o no. En la defensa de Israel va también la nuestra.
Sin Hasan Nasralá el mundo es hoy un lugar mejor. A la rata que le ha sucedido, su primo Hashem Safi al-Din, le espera tarde o temprano el mismo final.
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