Opinión

¿El verano la inflación altera?

Este año, hasta septiembre, el Índice de Precios del Consumo (IPC) repuntará situándose previsiblemente en torno al 1,9%. La causa es el aumento del precio de la energía, con el petróleo como factor clave. Después de los meses de septiembre, uno se percata de su ínfima y mísera condición como ser humano: nevera estropeada, cambio de lavadora, el coche que no tira, el pago de los colegios de los niños, la letra del televisor que se nos había pasado por alto, la reparación del aire acondicionado… La inflación subyacente se animará. En 2019, el Banco de España prevé un IPC del 1,7% y para 2020 del 1,6%.

¿Qué aspectos podrían alterar los supuestos en que se basan los vaticinios del Banco de España? De un lado, las medidas que definitivamente se incluyan en los Presupuestos Generales del Estado para 2018 y las líneas maestras que configuren la preparación de los Presupuestos para 2019, tanto en lo referente a las partidas de gasto como a las de ingresos. Es decir, recaudación tributaria. Piénsese, por ejemplo, en las consecuencias de las revisiones al alza de las pensiones y la necesidad de recabar mayores recaudaciones por la vía de la Seguridad Social destopando las cotizaciones máximas y aumentando los costes empresariales.

De otro lado, la revisión al alza del precio del crudo que trastoca el escenario macroeconómico en ese debate que se mantiene en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con una serie de países productores alineados en restringir la producción de crudo y otros, como Arabia Saudí y Rusia, a favor de aumentarla a fin de volver a precios competitivos en aras de alargar el protagonismo del petróleo en el mundo energético. La sombra alargada de Estados Unidos con su petróleo de esquisto es alargada y lo convertiría, según lo que decida la OPEP, en el principal productor mundial pasando a liderar la oferta. A día de hoy, la producción petrolera en la Cuenca Pérmica de Texas ya no cabe en los oleoductos.

Juega igualmente a la hora de que cristalicen las previsiones la revisión a la baja en el tipo de cambio del euro al dólar. Y, cómo no, el fantasma de la guerra comercial a cuenta de los aranceles entre Estados Unidos y China, y de los mismos Estados Unidos con sus vecinos Canadá y México, así como las diferencias con Europa, son determinantes para la marcha del comercio mundial y el desarrollo de la economía tanto en los países avanzados como en los emergentes y en desarrollo. Que el proteccionismo vaya ganando posiciones es rematadamente fatídico para impulsar el momento económico y proseguir con lo que se ha dado en llamar crecimiento sincronizado: crecen tanto los avanzados como los emergentes.