La única diferencia de Iglesias con Junqueras es que uno tiene barba y el otro coleta
En Comú Podem, o sea, Podemos, propone la aprobación de una Constitución catalana y el reconocimiento del «estado plurinacional». Según los de Pablo Iglesias, dicha Constitución establecerá «un nuevo modelo de país en términos sociales, políticos, económicos, ambientales y culturales». Cataluña sería, así, «una república social, democrática y ambientalmente justa, con Hacienda propia, que comparte soberanías en el marco de la república plurinacional», con «plena soberanía en materias de competencia exclusiva». O sea, toda una ruptura completa, de la cruz a la raya, del actual marco constitucional para crear un Estado independiente con vinculaciones con otras naciones dentro de algo que ya no sería España, sino una república de países vinculados entre sí no se sabe cómo, porque podrían federarse entre ellos, suprimiendo -asegura- el artículo 145 de la Constitución.
¿Y para qué sería necesario suprimir el artículo 145 si, de facto, la Constitución ya habría sido derruida entera? Vamos a ver: lo que propone Pablo Iglesias es demoler España, que es lo mismo que pretenden los separatistas catalanes. En realidad, Podemos no defiende nada distinto de lo que defienden los golpistas, pero como es mucho más cursi se adorna con enormes circunloquios que no pueden ocultar su verdadero objetivo: hacer añicos el régimen del 78 y crear una república de repúblicas, cada una a su bola.
A nadie se le oculta que los gestos de Iglesias hacia el independentismo son múltiples: partidario de un referéndum, en las últimas horas ha celebrado el tercer grado a los líderes separatistas condenados por el 1 de octubre al considerar que se trata de «la mejor noticia para la democracia». Si Pablo Iglesias no fuera vicepresidente segundo del Gobierno de España, su propuesta para Cataluña no pasaría de ser un delirio fruto de una mente alborotada, pero que España tenga a los mandos a un tipo como este representa una amenaza en toda regla. Porque lo que propone es un proceso de implosión nacional que destruya todo lo construido desde la instauración de la democracia. O sea, lo que quiere es cargarse la democracia misma. Ni más ni menos. La única diferencia entre Pablo Iglesias y Oriol Junqueras es que uno tiene barba y el otro coleta.
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