El terrorista amigo de Podemos campa a sus anchas
Arnaldo Otegi vuelve a escena equipado con el uniforme del criminal que nunca ha dejado de ser. El etarra, haciendo gala de su siniestra ideología, tergiversa de manera interesada los gravísimos hechos acaecidos en Alsasua y responsabiliza «al Estado» de la brutal paliza que recibieron los dos guardias civiles y sus respectivas parejas a manos de más de 50 abertzales. Como representante destacado del delírium trémens que siempre ha caracterizado a la banda terrorista ETA, Otegi ha insistido en que todo forma parte de «una estrategia para sabotear la paz», además de mostrar su solidaridad con los detenidos implicados en la agresión. Para definir a Otegi no hacen falta muchos adjetivos, ya que sus propias palabras y los atentados que ha cometido a lo largo de su vida lo definen a la perfección. Hablamos de un hombre que cuando pertenecía a ETA político-militar participó en el secuestro del director de Michelin en Vitoria, Luis Abaitua, y del político Javier Rupérez.
Desde que saliera de la cárcel el pasado mes de marzo, y con el apoyo de líderes de Podemos como Pablo Iglesias, Alberto Garzón o Íñigo Errejón, ha tratado de lavar su imagen y presentarse como un político «de paz». Algo imposible por la ominosa sombra de su pasado y por los hechos del presente, donde, además de estas declaraciones, ha secundado marchas a favor de los presos de ETA, ha pedido un proceso independentista «como el de Cataluña» y ha justificado «las razones» para que los terroristas sigan matando. Motivos de sobra para que el Gobierno, amparado en los mecanismos jurídicos que garantizan nuestros Estado de derecho, no dé pábulo a este terrorista disfrazado de demócrata y lo mantenga inhabilitado para acceder a las instituciones.
Sus palabras sobre Alsasua son sólo una prueba más de quién es y qué pretende. Una localidad que, como ha denunciado OKDIARIO en repetidas ocasiones durante las últimas semanas, parece albergar el mundo al revés. Después de la brutal paliza a los dos efectivos de la Benemérita, tanto la consejera de Interior, María José Beaumont, como la propia presidenta de Navarra, Uxue Barkos, han calificado de «innecesarias» las detenciones de los culpables. La Audiencia Nacional y el Ministerio del Interior deben ser inflexibles a la hora de atajar este problema que, lejos de ser un hecho aislado, supone una maniobra colectiva contra todo lo que es España.
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