El terrorismo y los derechos humanos
Nadie en su sano juicio podrá negar a Félix Bolaños el título de mejor cómico bajo la carpa sanchista. ¡Un artista de la pista! Es tal la pasión con la que se entrega a desbrozar las distintas selvas que le asigna su conducator y el fervor con las que las abraza, que al final el observador tiene la duda de si una persona inteligente como él termina por convencerse de la bondad de las mismas o es simplemente que le está agradecido por haberle sacado de la nada política hasta convertirle en el malvado de la película.
«Dijimos que en la Ley de Amnistía no habría impunidad para los delitos de terrorismo que hubieran conculcado los derechos humanos y puedo afirmar que no habrá impunidad para aquellos que hayan violado alguno de los derechos humanos…».
Oigan, este tipo menudo, ¿nos toma por tontos o lo es él? ¿Es tonto por ser socialista o es socialista por ser tonto?, que diría el catalán en la famosa película de Berlanga. Está tan pagado de sí mismo que hasta se permite la licencia de tomar por imbéciles a 48 millones de españoles.
Un terrorista cometiendo actos de terrorismo, ¿cuándo no viola derechos humanos? Están tan enfermos de sectarismo y de mamandurria que olvidan que hubo policías que no han podido volver a vestir uniforme porque fueron incapacitados después de ser atacados durante la revuelta del llamado procés. ¿Hay que ignorar para ser ministro lo que sufrieron durante toda una noche secretarios judiciales, simples funcionarios, cuando una turba amenazaba con lincharles? ¿Hubo que sacarles por el tejado de la Consejería de Economía?
Bolaños ha llevado al Guinness de los récords una nueva acepción para la historia acerca del terrorismo. Hay que ver acto seguido con qué ínfulas se dirige a los españoles cada vez que los plumillas de turno le ponen un micrófono delante.
Se humillan y babean ante el prófugo; aniquilan los derechos básicos de la oposición parlamentaria e impiden que su adorado hombre del barrio de Tetuán dé las explicaciones que debe en puridad democrática, pero son capaces de retorcer el sentido común en la creencia vana de que ello les permitirá salvar los muebles. Llevan perdiendo cuatro elecciones seguidas y en un momento dado el pueblo, especialmente el llano, se revolverá definitivamente contra ellos.
La pequeña historia recordará a este edecán de pacotilla que quiso hacerse trampas al solitario inventando que hay terroristas que respetan los derechos humanos… ¡Se nota que lleva escolta!
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