Opinión

Soy feminista de género y esto es un atraco

«¿Está bien pegar a un hombre? ¿Y a una mujer? La ley y la pena debería de ser la misma para cualquier persona que ejerciera la violencia sobre otra, independientemente de que la víctima sea hombre o mujer”. Así comenzó la charla divulgativa sobre igualdad impartida por la Policía Nacional en un Instituto de Alcalá de Henares a alumnos de 4º de la ESO el pasado 9 de febrero. Al finalizar, el hermano de una de las asistentes elevó el acta acusatoria de los chavales contra el ponente a través de un blog llamado Animación Sociocultural e Integración Social por “menospreciar la discriminación positiva que favorece el empoderamiento de la mujer con un comportamiento completamente machista, misógino y demás”. La maquinaria encargada de triturar al patriarcado se puso a funcionar con celeridad. Y la camada enchufada a la ubre de semejante imbecilidad nominal, entre ellos Público y la página de Nacho Escolar, se encargó de señalar al ponente a pesar de la nota de la dirección del centro que calificó la charla de “impecable, rigurosa y condenatoria frente a cualquier tipo de violencia”.

Llama la atención la efervescente rapidez con la que una asociación de animadores socioculturales acudieron a despachurrar a un policía empeñado en repetir contumazmente la palabra “IGUALDAD”. Sobre todo, teniendo en cuenta que esos mismos callaron no como putas, sino como cobardes, cuando varios de sus colegas titiriteros apuñalaron con sus muñecos a una embarazada, a un policía, y simularon la violación a una monja tras los cuatro actos del “Gora ETA” interpretados con el celo de la puñetera Bohème de Puccini en un colegio público el año pasado. Entonces, las feministas mamíferas en los observatorios y centros de estudios de género ramificados en la educación pública también callaron. No como putas, o al menos no tanto como la monja y la embarazada, sino como cobardes. Porque las religiosas y las preñadas no forman parte de esa clientela con la que se forran.

Hasta la fecha, las mercantilistas de la ideología de género han dilapidado una fortuna sin ayudar a las verdaderas víctimas. Es inaceptable que 24.000.000.000 euros provenientes de los fondos de cohesión de la UE caigan en manos de fundamentalistas que, en el mejor de los casos, se han demostrado como auténticas irresponsables e incompetentes. ¿Cómo es que con semejante suma destinada a las políticas de igualdad siguen aumentando hombres y mujeres víctimas de violencia? Sencillo: esas feministas que criminalizan al hombre por defecto mientras agachan la cerviz frente ante los ayatolás y el fascismo religioso islamista, se pulen el dinero público en sus talleres de política sexual paranoica. Se pagan las horas de diván. Como esas mantenidas que se funden la tarjeta del carca casado. Al trote. Alegres por la calle Serrano. Mujeres empeñadas en conseguir sillones, cuotas y prebendas para sobrevivir y que, en su deriva, apuestan por incendiar el mundo.

Esas que disfrutan del millón de euros públicos concedidos a dedo por el Ayuntamiento de Madrid a Dinamia, la cooperativa de una feminista de Ahora Podemos. Esas que disfrutan de los 15 millones de euros para la Fundación Mujeres de Elena Valenciano. Esas que reciben las ingentes subvenciones públicas a través de los observatorios y estudios de género de la Universidad Carlos III de Madrid que contratan, y cito textualmente a “especialistas en el capitalismo y el amor romántico». Lo ocurrido en aquella aula de Alcalá de Henares es, en efecto, de suma gravedad. Prueba de la virulencia de la ideología de género en la educación pública. La oportunidad de atizar a la institución más valorada por los españoles frente a la corrupción de la peor calaña que el feminismo actual representa. Por su despilfarro de los recursos públicos a costa de las maltratadas. Por su utilización de los niños y de la educación pública en beneficio propio.