Sólo hace falta un decreto

Sólo hace falta un decreto

Estos tiempos convulsos que vivimos sirven de marco al drama español. Desde que el señor Sánchez se hizo con la presidencia del Gobierno tras una truhanada, la arquitectura constitucional del Estado se ha resquebrajado. La moción de censura que le permitió llegar al cargo fue construida mediante el empleo de argumentos sumariales empleados de forma torticera, que dispusieron de gran predicamento mediático ante un Gobierno débil.

La presidencia de esta persona reúne todos los atributos para convertirse en una página oscura de la historia de España. Sánchez, como criterios de gobernanza, ha impuesto la extralimitación de funciones y la irresponsabilidad. No puede decirse que disponga de un programa de Gobierno, entre otros motivos, porque no tiene Gobierno, sino, como se ha manifestado en otras ocasiones, dirige a un grupo de personas: a algunos, los del PSOE, los utiliza a su antojo y el resto van por libre, expresando sus desacuerdos públicamente.

La cosa no queda reducida al ámbito doméstico, el internacional corre la misma suerte. Su actuación respecto a Marruecos y Argelia es de una irresponsabilidad sin paliativos, que demuestra una concepción pueril de la política, al no ponderar ni su conocimiento del tema ni ser capaz de inferir las consecuencias de sus decisiones. Por descontado que el Parlamento quedó obviado. El Servicio Exterior español, tanto en el caso Gali como en Argelia, fue simplemente un estorbo para el presidente, pero arriesga en ello el prestigio internacional de España. Los sangrientos incidentes en la valla de Melilla del pasado día 24 demuestran la inestable situación en la zona no apta para frivolidades.

El descalabro socialista en las elecciones andaluzas ha puesto en guardia al Gobierno, que parece decidido a aplicar la versión sanchista del caudillismo bolivariano: decisiones empleadas como legales, que son más que dudosas, control por el partido de organismos independientes y continuas cesiones a los independentistas para que apoyen sus desmanes legislativos, que pueden consolidarse y convertirse en irreversibles.

El proceso de gobierno sanchista no respeta las instituciones del Estado que ejercen su autonomía, ya que la gobernanza publicada tiene como objetivo la desinformación que sostiene el relato triunfador, normalmente formado entre una ocurrencia de Sánchez y en deterioro de lo legalmente establecido. Cuando los hechos destrozan el relato, se produce la gran contradicción necesaria que siempre se justifica porque la culpa es de otros. Característica de este proceso es que se orilla la realidad y se entra de lleno en la ideología perversa y desde ahí hacia una situación no democrática.

La modificación legal del proceso de elección de miembros del TC por el CGPJ es de la máxima gravedad al no perseguir el bien general. La noticia de que, por orden del presidente, los grupos secesionistas catalanes han dejado de ser vigilados por el CNI constituye una clara extralimitación de funciones, que atenta directamente contra la Seguridad Nacional. El presidente no dispone de estas atribuciones. Se persigue el delito cometido por personas, no unas siglas políticas. Se trata de agotar la legislatura, pase lo que pase. En el caso expuesto puede comprobarse el hecho de forma muy ilustrativa, entre Seguridad Nacional y el apoyo parlamentario, lo segundo; entre cumplir la sentencia del 25% de horas en castellano o apoyo parlamentario, no hay que dudarlo. ¿Cuál será la próxima?

Aparte de la desequilibrada personalidad del personaje, la forma de gobierno que ha adoptado España es peligrosa pues se trata de la constante improvisación, dado que la finalidad no es el buen gobierno mediante un programa establecido, se trata de seguir en el cargo, por eso las dificultades internacionales se soslayan como si fuesen accidentes naturales, así la causa de lo que ocurre es por la guerra de Putin y la solución es tomar medidas a la ligera.

Lo lógico ante una situación internacional como la que estamos viviendo es que se tomaran medidas referentes a nuevas políticas energéticas de futuro, consensuándolas con quienes tienen la opción de relevo en el Gobierno. El problema es real y la solución debe serlo. No es tiempo de ideologías de las élites progres. El gas del invierno, el combustible asequible, el desabastecimiento general, los peligros resultantes de la situación estratégica y un largo etcétera no se arreglan con la memoria histórica ni con impostores.

Señor Sánchez, la situación a la que ha llevado a España durante su mandato es de división, atraso y riesgo de involución. El prestigio de España está en sus horas bajas, su futuro en grave peligro. Por el bien de nuestra nación, convoque elecciones. Sólo tiene que firmar un decreto.

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