Si Sánchez dependiera de los votos de Hamás
El nivel de brutalidad y la falta de humanidad de los vídeos y fotografías que nos llegan de los sanguinarios ataques terroristas de Hamás es tan salvaje que he tenido que modificar la configuración de mis redes sociales para que no me muestren más unas escenas que ya no puedo soportar. Violaciones, asesinatos, torturas y profanación de cadáveres son utilizadas como armas de guerra con el objetivo de aterrorizar a sus víctimas. Y el Gobierno de España en funciones, presidido por Pedro Sánchez, está formado por una coalición del PSOE con aquellos que desde aquí ponen excusas para no condenar todas estas salvajadas, ocultando tras su supuesta neutralidad la realidad de su apoyo a todos estos salvajes terroristas.
Hace sólo 26 años, tres terroristas como los de Hamás obligaron a entrar en el maletero de un coche al chaval de apenas 29 años al que habían secuestrado 48 horas antes. Lo llevaron a un descampado y allí lo sacaron del coche maniatado y, mientras uno de ellos lo obligaba a ponerse de rodillas, otro le descerrajó dos tiros en la nuca, dejándolo allí tirado para que muriese.
Estos tres sanguinarios terroristas que protagonizaron hace tan poco una escena similar a las que ahora nos llegan desde Israel fueron Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, su pareja, Irantzu Gallastegui Sodupe, alias Amaia y José Luis Geresta Mujika, miembros del comando Donosti de ETA. Hoy el Gobierno de España presidido por Pedro Sánchez, se sostiene gracias a los votos de los diputados de Bildu, partido que fue ilegalizado por el Tribunal Supremo al considerar que estaba dentro de un proyecto «gestionado, dirigido, coordinado y articulado por el complejo ETA – Batasuna» al que rehabilitó un politizado Tribunal Constitucional dominado por socialistas, pese a lo cual sigue homenajeando a etarras y continúa sin condenar el terrorismo.
Veintiséis años han pasado del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco, que en nada desmerece las salvajadas de Hamás contra Israel. Pero no hace falta retroceder mucho más en el tiempo para encontrarnos a la hermana Apolonia del Santísimo Sacramento.
Hace 87 años esta religiosa fue detenida en Barcelona por milicianos comunistas que la llevaron a una checa controlada por la CNT-FAI donde comunistas y anarcocomunistas la desnudaron, la colgaron de un gancho, la aserraron viva y echaron sus restos de comer a unos cerdos con los que luego elaboraron embutidos que se vendieron como «chorizo de monja». Esos mismos milicianos comunistas le servirían perfectamente a la difunta Almudena Grandes para hacer chistes con otra monja, la madre Maravillas, considerada una de las grandes místicas del siglo XX, de la que la escritora de extrema izquierda se reía imaginando lo que hubiera disfrutado siendo violada por «una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos».
Violar, castrar, torturar y descuartizar a monjas y curas fueron prácticas habituales de la extrema izquierda republicana llevadas a cabo hace menos de 90 años y aún hoy festejadas y celebradas por los mismos que ahora se muestran equidistantes para no condenar estas mismas salvajadas, cometidas por los terroristas de Hamás. El mismo día de los ataques, en un mitin en Cádiz, Yolanda Díaz, vicepresidenta de Pedro Sánchez y líder de Sumar, exige a voz en grito «que Israel cumpla con las resoluciones de Naciones Unidas», a la vez que expresa su «solidaridad con el pueblo palestino».
Mónica García, en nombre de Más Madrid, boicotea un minuto de silencio por las víctimas de la matanza de Hamás, al tiempo que condena a Israel por su “opresión” contra el pueblo palestino.
Nuestro presidente en funciones sostiene su Gobierno en los votos de todos estos que se sitúan del lado de los asesinos de ETA, de los violadores y descuartizadores de monjas y de los que justifican a los terroristas islamistas, así que es razonable plantearse qué pasaría si, para ser investido, dependiera de los votos de Hamás. Hoy Sánchez condena a los terroristas islamistas igual que ayer prometía que nunca pactaría con Bildu y que jamás aceptaría una amnistía al independentismo y lo mismo que ha «cambiado de opinión» en estos temas, pocas dudas caben de lo que haría si algún día necesitara sus votos.
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