Si eres médico y madre, demuéstralo como ministra
En 24 horas ya son más de 40.000 las firmas que se han registrado contra el veto del Ministerio de Sanidad de Mónica García a la financiación pública de una innovadora medicación contra el cáncer de mama metastásico, un fármaco aprobado a principios de año por la Agencia Europea del Medicamento y que ya se está financiado en Canadá y otros 16 países de la Unión Europea. Sin embargo, el Gobierno de España se niega a hacer lo propio y lleva un año frenando su inclusión en el Sistema Nacional de Salud. Todo son excusas por parte de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM), dependiente del ministerio de Mónica García, que sigue justificándose con el argumento de que el medicamento es muy caro y hay que racionalizar el gasto público.
O sea, un Ejecutivo que dilapida los recursos públicos y los utiliza como compra de votos cuando le interesa a Pedro Sánchez es capaz ahora de rechazar financiar un fármaco que puede salvar la vida a miles de personas. A Mónica García, médico y madre, habría que exigirle, precisamente por ser médico y madre, que se ponga en el pellejo del gran número de enfermos que no pueden afrontar el gasto que supone este tratamiento. La sanidad pública está para eso, ministra, y su negativa es una condena para muchos de los afectados por esta dolencia.
Victoria Rodrigo, una enferma que ha impulsado la recogida de firmas, describe perfectamente la situación: «Desde que tengo cáncer de mama he conocido muchas mujeres con mi enfermedad que no pudieron acceder a esa medicación, como sí puedo recibirla yo gracias a mi seguro privado, que no sé durante cuánto tiempo me podré financiar. A muchas de esas compañeras que no pudieron tratarse las he visto morir. ¿Cuánto vale nuestra vida, Ministerio de Sanidad? ¿A cuántas mujeres más tengo que ver morir?». El tratamiento, en comparación con la quimioterapia tradicional, ha reducido en un 36% el riesgo de muerte y en un 50% el riesgo de progresión del tumor. Razones más que suficientes para que la ministra de Sanidad no siga paralizando su financiación pública. Por una elemental cuestión de solidaridad y humanidad. ¿No decías, Mónica García, que la sanidad pública salva vidas?
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