Opinión

El sanchismo toca fondo

Todo era susceptible de empeorar y así ha sido: los escándalos de corrupción que rodean al PSOE y a la familia del presidente del Gobierno han colapsado la legislatura, pese a los desesperados intentos de Pedro Sánchez de prolongarla en contra de toda lógica política. Condenado su fiscal general, con Ábalos y Koldo García amagando con tirar de la manta y con la Audiencia Nacional estrechando el círculo de la supuesta financiación ilegal del partido de Gobierno, el horizonte político y penal del jefe del Ejecutivo se vuelve cada día mas negro. En las actuales circunstancias, superado el ecuador de la legislatura, esto no da más de sí. Sin mayoría en el Congreso, sin posibilidad de sacar adelante los Presupuestos, sitiado por los gravísimos escándalos de corrupción que afectan directamente a su partido y su entorno más próximo, Pedro Sánchez ha tocado fondo.

Y lo peor es que su empecinamiento en ganar tiempo está causando un gigantesco daño a los intereses nacionales. Su única estrategia pasa ahora por denunciar la conspiración de los poderes del Estado (Tribunal Supremo, incluido) y, en definitiva, presentarse como víctima de una maniobra diseñada por elementos reaccionarios de la política, la judicatura y los medios de comunicación, auspiciados por turbios intereses económicos. Todos conjurados con el objetivo de derrocarle políticamente. Él, que no ha tenido otro empeño que derrumbar el entramado institucional sobre el que se levanta la democracia española, se arroga la condición de víctima. El colmo de la indignidad y el cinismo. El sanchismo ha muerto y Pedro Sánchez se agota política y físicamente ofreciendo la imagen de un presidente consumido. Y cada día que pase sin que Sánchez convoque elecciones será peor para todos: para España y los españoles, especialmente, pero también para el PSOE. Hace falta ser un sectario sin escrúpulos y un necio vanidoso para no aceptar la realidad. Hace falta, en definitiva, ser Pedro Sánchez.