Opinión

Sánchez es un monigote en manos de los golpistas

En el plazo de seis horas y media, de las 12:35 a las 18:57, Pedro Sánchez ha pasado de no convocar la mesa de diálogo con los separatistas catalanes hasta después de las elecciones en esa comunidad a anunciar que dicha mesa se celebrará antes de los comicios. En medio de ambos comunicados, la respuesta de ERC, que calificó de «incumplimiento flagrante» de los acuerdos la intención de Sánchez de reunir ese foro una vez que pasara la cita con las urnas y se constituyeran el Parlament y el nuevo Gobierno catalán.

En el segundo comunicado, se subraya que el Gobierno ha manifestado su «clara vocación de iniciar el diálogo con el Govern». Primero dijo: «No se dan las mejores circunstancias para iniciar el diálogo entre gobiernos, cuando uno de ellos ha puesto punto final a la legislatura y el nuevo Govern no podrá constituirse hasta la celebración de las elecciones anunciadas». Después, el Ejecutivo socialcomunista rectificó de plano al asegurar que «ha escuchado «que se pusiera en duda la «voluntad de dialogar» y el «compromiso de cumplir con los acuerdos pactados». Resulta obvio que ese «ha escuchado» se refería a ERC.

«Para descartar cualquier duda respecto a nuestra voluntad de dialogar, manifestamos nuestra disposición a celebrar la mesa de diálogo entre gobiernos acordada antes de las elecciones catalanas», finalizó el comunicado de la Moncloa de las 18:57. Una rectificación sin paliativos menos de siete horas después.

Han bastado dos palabras de ERC -«incumplimiento flagrante»- para que el jefe del Ejecutivo llevara a cabo un giro copernicano, con reunión incluida con Gabriel Rufián, a su propuesta inicial. Quien manda en España es Oriol Junqueras. Que nadie tenga duda. El golpista catalán es el que mueve los hilos de Pedro Sánchez, marioneta en manos del separatismo que le sirve de sustento. Y en medio, España y los españoles, convertidos en rehenes de un presidente que con tal de permanecer en La Moncloa está vendiendo a plazos la dignidad de una nación que no sale de su asombro.