Opinión

Sánchez y “mi amigo Johnny”

Numerosos estudios de prestigio han concluido que 2 de cada 3 niños, de entre 4 y 7 años, tienen amigos imaginarios porque normalmente nuestros querubines les asignan un rol lúdico o de tutela para superar sus miedos y ansiedades. Lo raro de narices es llegar a los 47 abriles y consultar tus “elefantes rosas” con “mi amigo Johny” que se te acaba de poner al móvil en el Congreso de los Diputados. Johny se lo cogió a Pedro Sánchez el día de la constitución del Congreso de los diputados cuando Junqueras, corpóreamente excelso por los excesos del economato carcelario, le pasó por el costado.

O el presidente tenía delirium tremens o tiró del móvil desesperado para esquivar al coñazo del socio golpista que le se acercaba ávido de indulto por la escalerita alfombrada junto al escaño, pero ni “mi amigo Johny”, ni Carmen Calvo que sonreía junto al presidente del Gobierno, ni Zamarrón, el diputado con pinta de Valle-Inclán encargado de recoger el voto para la mesa del Congreso diputado por diputado, evitaron el vídeo para la posteridad en el que el Presidente del Gobierno de España se puso, por primera vez ante las cámaras y ante el taquígrafo del periodismo, a disposición del golpismo.

“¿Cómo estás?”. “Tenemos que hablar”. “Venga, no te preocupes. Hablamos. Batet, la nueva Forcadell presidenta del Congreso a costa de 14.000€ al mes, no pudo esperar ni una jornada antes de rememorar la misma pulsión golpista-vaginal que le llevó a romper la disciplina de voto el 26 de febrero del 2013 para apoyar “el derecho a decidir”, a propuesta de CiU, en la misma sede de la soberanía nacional que tuvo la oportunidad de volver a ultrajar ayer usando como títeres a Junqueras, a Rull, a Sánchez y a Turull, que hicieron aquello que ella no tuvo el valor de hacer. Prometer “por imperativo legal con lealtad al mandato democrático del 1 de octubre y al pueblo de Cataluña” en el caso de los criminales de JxCat, y prometer “como preso político y desde el compromiso republicano” como fórmula elegida por el criminal Junqueras. Hoy, la socialista del PSC arrodillada al chasquido de los dedos del golpismo para limpiar la letrina de Junqueras e inepta para todos y cada uno de sus cometidos, ha reanudado su tarea de menosprecio a las instituciones del régimen democrático haciendo esperar 7 minutos al Rey con el propósito de rebajar a Don Felipe a costa de los que ayer ella misma ascendió a presidentes de la República.

Apoyando a toda la tropa rea se encontraba Pablo Iglesias, el jefe en funciones de los Pissarellos y todas la patulea periférica que, inconscientemente, parafraseaba el término “Primo de Riverista”, “Justicia social”, para reivindicar la suelta de “presus polítics”, el cine lésbico de Nicaragua, el empoderamiento de la mujer unihueva de Nicaragua, y el apareamiento sin violencia obstétrica para la hipopótama lesbiana de Guinea Bisáu. Quizá debido a tanto patrocinio carnal salió Junqueras del abrazo con Iglesias sobre el hemiciclo con la orondez propia de aquel al que le acaban de engendrar una criatura.

Entretanto, Vox nos hacía el favor de patear sobre el tablado para silenciar los ultrajes golpistas y de denunciar eso que debe ser el famoso “racismo institucional” que siempre ha denunciado Podemos: la esposa del ministro Ábalos, policía local en excedencia y enchufada por el marido como asesora del delegado del Gobierno en Madrid, ojo avizor sobre “el negro de vox”, Ignacio Garriga, desde la tribuna de invitados: “¿quién es ese negro de ahí?. Debe haber llegado en una patera”. En la más pura concepción socialista de la dignidad humana y del derecho a la igualdad y al progreso. Una persona negra debería conformarse con bajarse del Aquarius y convertirse en la fauna bucólico pastoril del alcalde en los callejones de las ciudades. Negro igual a mantero.