Opinión

Qué nos dicen las encuestas que pasará en las gallegas

Después del fiasco demoscópico del 23 de julio hacer este artículo es una actividad temeraria, irresponsable, inconstitucional y contraria a los derechos humanos, pero teniendo en cuenta el devenir de los acontecimientos de la semana espero que alguien me amnistíe por adentrarme en este mundo.

Empecemos por el principio. Como saben, hoy ha sido el último día en el que la ley electoral permite publicar sondeos. Los partidos tendrán sus propios trackings diarios que probablemente se filtren en redes sociales tanto para incentivar el voto como para desmovilizar. Seis días son demasiados como para que las tendencias de hoy sean estáticas y los números del lunes se conviertan inevitablemente en los del domingo. Y esto, de manera particular, se multiplica en un escenario tan ajustado como el que nos encontramos.

Conceptualmente, las encuestas no nos dicen qué ocurrirá el día de las elecciones, sino qué pasaría si se celebraran el mismo día en el que se pregunta al encuestado. Quizás en el momento de la llamada el tema del día favorecía a un bloque, enfadaba al contrario o el elector estaba especialmente apático. También puede ocurrir que pasen cosas relevantes o haya declaraciones sorprendentes en el periodo que va desde la encuesta hasta el día de las elecciones (¿se les ocurre alguna?). En cualquier caso, podemos establecer que un sondeo es una foto fija cuyos números no son inmutables.

Por eso lo importante de las encuestas no son los datos concretos, sino la tendencia que marcan. La cocina es una actividad creativa variable, en algunos casos con estrella Michelin como es el caso de Tezanos y en otros un simple ajuste necesario para tener en cuenta la evidencia científica a la hora de calcular el resultado. La evolución de los partidos en los sucesivos sondeos sí que es la clave: explican si los partidos se están poniendo de moda o si empiezan a resultar antipáticos. Por poner un ejemplo concreto, en las elecciones de Castilla y León previas a la caída de Pablo Casado, el PP perdía un escaño al día en las encuestas. ¿Qué quiso decir aquello, con independencia del resultado final? Que obviando el número concreto de diputados que cada sondeo le diera el último día que podían publicarse encuestas, el resultado iba a acabar siendo peor que el pronosticado ese día.

En el caso gallego, el sondeo más fidedigno tanto por metodología como por resultado, muy equivalente a muchos otros, es la encuesta de Data10 que pueden leer hoy en OKDIARIO. Siendo la mayoría absoluta 38 escaños, nuestros datos nos dicen que el PP superará por la mínima esa cifra, mientras el BNG se distancia sideralmente de un PSOE que repetirá el peor resultado de su historia con un Sumar que prácticamente ni comparece. Otras encuestas coinciden en el diagnóstico: la mayoría depende de un par de escaños que oscilan entre los más optimistas para la izquierda, siempre el CIS, y los más confiados en la victoria de Rueda, que son prácticamente todos los demás.

El problema de la tendencia de estas semanas es que la única que sale ganando, porque se está poniendo de moda y su resultado irá in crescendo esta semana, es Ana Pontón. Una candidata que ha ido mejorando paulatinamente sus opciones a costa de la caída sostenida del PSOE, pero que a pesar de ello ha generado un efecto de atracción en la izquierda que todas las encuestas detectan que está movilizando a un electorado que el PP confiaba en que fuera abstencionista.

En un contexto con unos datos tan ajustados, con una derecha fluctuante y un BNG al alza, los populares no pueden permitirse ni el más mínimo error. Y el del fin de semana fue, empleando un eufemismo patriótico, cuanto menos relevante. Es imperativo que la agenda mediática deje de centrarse en negociaciones con Junts y vuelva a los temas que desgastan al Gobierno, como la infamia de Barbate o el desprecio a los agricultores.

Si las cosas van regular estos días, el PP va a perder la Xunta. Y como la pierda, que se prepare Galicia para entrar en el inframundo nacionalista periférico de extrema izquierda, con una líder que es una perfecta combinación entre Ada Colau y Mertxe Aizpurua.

La España constitucional no se puede permitir perder otro territorio. Por eso, esta semana todo tiene que salir perfecto. Y por el bien de esta nación, que así sea.