Opinión

Puigdemont o el fracaso de una sociedad

No se equivoquen: la nueva fuga de Puigdemont no es sólo un fracaso de los Mossos, que también. Es algo peor: el fracaso de una sociedad entera. La sociedad catalana que, en los primeros años de la Transición, era vista como un modelo a seguir. Quizá el proceso empezó a gestarse entonces: los catalanes nos lo creímos. Nos creímos más guapos, más buenos, más listos. Así hemos acabado. Estamos solo al principio de una decadencia que, me temo, es irreversible.

Desde luego es también un fracaso de la Policía de la Generalitat. Con el consejero de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, al frente. Y el jefe del cuerpo, Eduard Sallent. Además de todos los mandos del dispositivo que tenía que detener a Puigdemont. Hasta el último hombre o mujer.

¿Cómo puede ser que a un cuerpo policial de 17.000 agentes se le escape un fugado por la justicia que antes pronuncia un discurso público ante las cámaras de TV3? Más de 4.000 dedicados estaban movilizados en el operativo. Luego han puesto en marcha la famosa Operación Jaula. La última vez que lo hicieron fue con los atentados de las Ramblas (2017).

¿A ver si lo entiendo: lo tenían a tiro de piedra en pleno centro de Barcelona y luego pretenden encontrarlo en una ciudad de casi dos millones de habitantes y 100 kilómetros cuadrados de superficie? Huele a chamusquina.

Tiempo habrá de dilucidar responsabilidades, incluso penales. A Elena le da igual porque, para lo que le queda en el convento. De hecho, ha sido probablemente uno de los peores consejeros de la Generalitat de la historia. No de Interior, sino de todo. Un exdirigente del PSC que se pasó a Esquerra. Su único mérito para hacer carrera en una consejería tan sensible como esta fue su conversión. Eso y ser abogado, aunque esto último en realidad se ha notado poco.

La imagen de ERC como partido de gobierno, a espera de lo que haga Illa porque todavía no se sabe si entran o no en el nuevo gobierno, ha quedado maltrecha. Para ascender bastaba estar investigado por el 1-0. Como los consejeros Roger Torrent (Empresa), Cambray (Educación) o Natalia Garriga (Cultura), entre otros.

La fuga de Puigdemont es también un golpe moral para los Mossos, que apenas se estaban recuperando de su papel durante el 1-0. Sí, Trapero resultó absuelto. Pero todos pudimos ver como se ponían de perfil aquel día. Dejaron ocupar las escuelas el día antes. Y, al día siguiente, enviaron dos agentes a cada colegio electoral como si fueran unas elecciones. No eran unas elecciones, era una consulta declarada ilegal por el TC.

En los momentos álgidos del proceso, el presidente del TSJC, Jesús María Barrientos, ordenó que se retiraran de la custodia del edificio y volvió a llamar al Cuerpo Nacional de Policía. No se fiaba de ellos. Pues ahora lo mismo. Pero, lo peor de todo, es que es un fracaso de Cataluña como sociedad. Desde hace tiempo. Porque llevan veinte años mareando la perdiz. Hoy ha sido un numerito más. No hay sociedad que resista tanta tensión durante tanto tiempo. Y la casa por barrer porque aquí, desde hace años, no gobierna nadie.

¿Cómo puede ser que la otrora famosa burguesía catalana solo pueda generar liderazgos de la talla (sic) de Mas, Torra, Puigdemont o Aragonès? ¿Dónde estaban los medios de comunicación, los periodistas, los intelectuales, los historiadores, los empresarios, los economistas para advertir de que Cataluña se dirigía al precipicio? Pues la mayoría apuntados al proceso, mirando hacia otro lado o en alguna tertulia de TV3.