El proyecto de analfabetización de la sociedad
El Gobierno ha aprobado un Real Decreto por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria. Dicha norma constituye un ataque frontal a la formación de los estudiantes y a su aprendizaje.
Constituye, en sí mismo, un proyecto de analfabetización de los alumnos: no serán analfabetos estrictamente hablando, pero lo serán funcionales, pues tras este proyecto que destroza la educación, escribirán, pero con faltas de ortografía, sin saber emplear la sintaxis. Hablarán el idioma, pero con un lenguaje pobre y muy limitado. Leerán, pero sin comprender el texto.
Al eliminar la Filosofía -pues al orillarla en valores significa su práctica desaparición- perderán la capacidad de análisis, conocimiento y sabiduría que aporta, olvidando uno de los componentes esenciales de nuestra civilización.
La Historia dejará de ser impartida en orden cronológico, al agruparla en bloques temáticos, y habrá partes de la misma que no se estudien: puede que los alumnos vean antes la Revolución Francesa que la Caída del Imperio Romano; o el Descubrimiento de América antes que la Toma de Granada, aunque puede que ese problema no exista, ya que no se mencionan en su contenido ni el Descubrimiento de América ni la Revolución Francesa. No sabrán por qué América se llama así, ni por qué Colombia adoptó ese nombre. Ignorarán que trece colonias americanas se levantaron contra el Rey de Inglaterra, si es que saben que Inglaterra es un país y que forma parte de Europa.
En Matemáticas, se elimina el estudio de logaritmos o de radicales y se pretende que se convierta en una asignatura en la que se potencie su parte socioafectiva, en otra asignatura en la que se pretende disminuir su exigencia.
Tampoco se tratará prácticamente la historia literaria en Lengua y Literatura, ni la inflación o el déficit en Economía.
Sin embargo, vuelve la Educación para la Ciudadanía, trufada de elementos ideológicos, pensados para penetrar en los cerebros de unos estudiantes que estarán desprovistos de conocimiento, de manera que serán mucho más maleables e influenciables.
También se contempla en el decreto que se puedan graduar los alumnos en ESO sin aprobar todas las asignaturas y pasar curso sin límite de suspensos, con la supresión, a su vez, de los exámenes de recuperación y de las calificaciones numéricas.
No quieren enseñarles Historia, porque quieren contarles ellos su forma de entenderla, a través de los programas de telebasura o de las series de algunas plataformas, convenientemente orientadas hacia el pensamiento único, demagógico y de realidad manipulada a conveniencia.
No quieren enseñarles Filosofía porque no quieren que puedan tener la más mínima forma de pensamiento que no responda al mantra que quieren imponerles.
No quieren enseñarles Economía porque no quieren que tengan criterio acerca de las distintas maneras que hay para gestionar, para así poder venderles la bondad de los impuestos altos, el gasto desmedido, el déficit y la deuda.
No quieren enseñarles Matemáticas para que no tengan ninguna capacidad de análisis racional ante ninguna cuestión.
Y no quieren que aprendan prácticamente nada para poder convertirlos en seres dependientes de la voluntad política.
Con todo ello, perjudicarán, además, a los más humildes, que no tienen recursos para procurarse otra formación mejor, pues quienes sí lo posean siempre podrán irse a estudiar fuera, de manera que atentan contra las personas más necesitadas, a quienes dicen querer ayudar, pero que, con medidas como ésta, son a quienes más perjudican.
En definitiva, se empobrece el conocimiento y la formación de los alumnos, que son los profesionales futuros. Si nuestra economía sufre siempre una baja productividad y competitividad, con esta reforma bajarán todavía más, de manera que nuestros profesionales no podrán competir con los de otros países; tampoco podrán hacerlo nuestras empresas, de modo que muchas desaparecerán, con caída de actividad económica y destrucción de empleo, es decir, con empobrecimiento completo de la sociedad.
Este decreto pretende construir una sociedad de personas sin criterio ni formación, manipulables, a los que se pueda subvencionar tras abandonar toda cultura del esfuerzo, para, así, poder orientar en su pensamiento y controlarlos. Es, en definitiva, una aberración.
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