PP-Vox, éste es el camino

Rabia la izquierda, política y mediática, por el pacto de Mazón con Vox. Seguramente lo haga también esa parte del PP que teme siempre la crítica de quien nunca le va a votar. Pero todos los españoles que ya no aguantan más al inquilino de la Moncloa saben que no hay otra alternativa al marido de Begoña Gómez que un acuerdo entre las dos fuerzas de la derecha. El PSOE dejó de ser un partido de estado con Sánchez. Nada puede esperar el PP de los socialistas hasta que encuentren alguna forma de deshacerse de él. Y las derechas nacionalistas catalana y vasca, con las que a Feijóo le gustaría entenderse, tampoco son una opción, entregadas como están ya sólo a la construcción de un Estado propio.
Brama la izquierda porque, dicen sus voceros políticos con la clá mediática como altavoz, el PP asume «el discurso de extrema derecha de Vox». Y tienes que escuchar lecciones de integridad moral de los mismos que hace quince días tragaron con un acuerdo de supervivencia del Gobierno con la derecha xenófoba catalana, que equipara a los extranjeros con los españoles «nacidos fuera de Cataluña», y reconoce la necesidad de atajar la inmigración porque «puede representar un riesgo para la convivencia y la cohesión social».
Nada ni ligeramente parecido recoge el acuerdo de Mazón con Vox. Se limita a rechazar una evidencia: que la política migratoria de Sánchez, bajo un trampantojo de solidaridad, es un trágala para las comunidades autónomas. Reciben el problema sin recursos ni planificación, y sólo pueden esquivarlo las que tienen en sus manos la capacidad de chantajear a Sánchez con dejarle caer.
Tampoco hay sumisión del PP a lo que los medios del régimen sanchista se refieren como «las tesis de Vox». El acuerdo de los populares europeos firmado el pasado enero en Berlín se compromete a «asegurar un punto de inflexión en la reducción de la inmigración ilegal y acabar de manera decisiva con el modelo de negocio de los traficantes». Y la Comisión Europea ya está decidida a establecer un sistema común en la UE para hacer las devoluciones más rápidas y eficaces.
En cuanto al otro pilar del acuerdo, el rechazo de las políticas verdes extremistas, más de lo mismo. Ni negacionismo ni gaitas. La DANA no podía evitarse, pero lo riada, sí. Y ésta hubiera sido menos dramática si en lugar de las medidas falsamente ecologistas que impedían el drenaje del mortal barranco del Poyo se hubieran acometido obras hidráulicas como la que desvió el cauce del Turia tras las inundaciones de 1957.
El PP y Vox se han encontrado de nuevo en Valencia. Es el camino. Si de verdad, cuando vuelvan a abrirse las urnas, tienen como único objetivo deshacerse del presidente más tóxico y nocivo que la democracia española ha soportado, Feijóo y Abascal tendrán que entenderse, por mucho ruido que la trompetería sincronizada amplifique. Es posible que el acuerdo de Valencia no salve a Mazón de sus responsabilidades en la gestión de la DANA, pero es una gran noticia que el PP y Vox hayan puesto los cimientos del acuerdo en dos temas medulares para el futuro de España y Europa: la inmigración ilegal y la religión verde.