Opinión

Un país solidario es un gran país

España ha vuelto a demostrar que es una gran nación. La sociedad española se ha volcado con el caso de Julen, el niño de dos años que estuvo 13 días atrapado a 71 metros de profundidad en un pozo de Totalán (Málaga). Nuestro país, siempre unido de manera ejemplar ante la adversidad cuando deja de lado las inertes disputas, es un lugar solidario donde las tragedias se sienten como propias, aunque sean ajenas, y despliega una capacidad de empatía profundamente loable que nos hace encontrarnos con nuestros valores más esenciales – a menudo olvidados– como seres humanos y sociales.

Han sido 13 días de intensa búsqueda en los que efectivos de Protección Civil, de la Guardia Civil y la Policía, la Brigada de Salvamento Minero de Asturias, ingenieros de minas, empresas privadas y psicólogos han actuado sin descanso y con una profesionalidad excelsa para poder sacar con vida al niño, una esperanza que iba desgraciadamente languideciendo a medida que pasaban los días y no se podía acceder a Julen con toda la celeridad deseada. La montaña manda, como comentó Jorge Martín, portavoz de la Guardia Civil, y en efecto, así fue. La complejidad del terreno provocó que la tarea de hacer un túnel paralelo al pozo –de apenas 25 centímetros de diámetro– y la intubación de otro vertical para llegar al lugar donde yacía Julen fuera más complicada de lo que en un principió se planeó.

Finalmente, tras incansables labores de ingeniería humana –como dijo el ministro del Interior–, el sábado de madrugada se encontró el cadáver del niño y el optimismo de una sociedad entera se pulverizó por completo hasta hacerla presa del desconsuelo. A pesar de los presagios médicos, que hablaban de las pocas probabilidades de encontrar a Julen con aliento tras más de 10 días atrapado en el pozo, la sociedad española, unida en un deseo colectivo, jamás perdió la ilusión de que se obrara el prodigio de la vida, aunque fuera a 70 metros de profundidad.