PRIMERA LÍNEA

Un órdago con mucha trampa

Un órdago con mucha trampa

El día de San Justo, que fue el lunes 29 de mayo, Pedro Sánchez anunció la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales el 23 de julio. El hundimiento de la izquierda radical reclamaba este gesto que cabía interpretar en una primera lectura como el reconocimiento de la derrota y la voluntad de devolverle la palabra al pueblo español. Pero no; nada de eso. Entiéndase que en la izquierda radical se encuadra igualmente el PSOE, es decir, aquí el PSIB-PSOE. Conviene no perder de vista esta realidad.

La fecha viene a coincidir con las vacaciones estivales, o dicho en plata, la esperanza de que el elector de centroderecha se encuentre desmovilizado al encontrarse en pleno asueto estival; además, coincidiendo con el proceso de configuración del poder autonómico y local jugándose entonces la baza que todos conocemos: ¡peligro, viene la ultraderecha! Y por si no bastara, estará el presidente Sánchez asumiendo ya la presidencia de turno de la UE con la de selfis (traducido: yo mismo) que se hará en pleno proceso electoral.

En este sentido, conviene recordar que la República Federal de Alemania, al encontrarse inmersa en un proceso electoral, acabó renunciando a presidir la UE cuando le correspondía por rotación. ¿Le hemos escuchado a Sánchez, en su declaración supuestamente institucional, renunciar a la presidencia de la UE por estar España inmersa en un proceso electoral? Por supuesto que no, al ser su gran baza, dándoselas de líder con proyección internacional.

La soberbia del personaje es tal, que derrotado en el plebiscito del 28M, ha decidido que el auténtico plebiscito será el 23J y allí se planta, con el aura de salvador del fascismo que se avecina. Te lo recuerdo, querido votante: el aura es la irradiación luminosa que algunas personas perciben alrededor, en este caso del candidato Sánchez, el gran timonel de la extrema izquierda, lo que viene a consolidar el gran timo de la convocatoria. Es un engaño.

Digámoslo claro. Sánchez, vendido a su egolatría, confía en reeditar la cosa esa del gobierno Frankenstein y de conseguirlo, volverá a pactar con toda la corrosiva tropa a que nos tiene acostumbrados. Pero vayamos a lo nuestro.

En primer lugar el asueto estival aquí no cuela, porque los baleares están en plena faena, tomándose las vacaciones a partir de septiembre-octubre. Acto seguido conviene recordar que en las generales de 2019, los ocho escaños al Congreso que corresponden a Baleares se repartieron así: 2 para el PSIB, 2 para Podemos, 2 el PP y 2 para Vox. En estos cuatro años, esas cuatro actas del PSIB y Unidas Podemos se levantaron –entusiasmadas- al aprobarse la Ley del sólo sí es sí, con esos 1076 delincuentes sexuales beneficiados. Lo mismo ocurrió con la Ley Trans, la Ley de la Vivienda o la LOMLOE más conocida como la Ley Celaá. El plebiscito por tanto nos toca muy de cerca.

Si aquí les hemos enviado al ostracismo, allá deberemos hacer lo propio y sin pestañear. No basta con recuperar nuestra dignidad dañada. Se necesita que a nivel de la administración central se acabe con tantas anomalías.

No se trata tanto de reeditar la marea azul, como la llaman, sino de echar de las instituciones a quienes han violado sistemáticamente la soberanía y de paso renegando de nuestra historia al tiempo que enalteciendo la Guerra del 36 buscando a la desesperada cambiar el relato. Memoria Democrática creo que lo llaman. Nuestros diputados progres se han consagrado a la mentira y no parece que vayan a cambiar su actitud. En absoluto. Todos estaremos en casa cuando se abran las urnas. Será entonces el momento de pasarles la factura, propiciando la desaparición de nuestras vidas de Unidas Podemos y de bajarles los humos al PSIB, con la esperanza de que Francina Armengol se vaya por el desagüe de la historia y el PSIB-PSOE pueda recuperarse, si es que anda en sus presupuestos, y seguir la senda de la socialdemocracia.

Puede que para entonces podamos volver a votarles, mi caso. Queda dicho.

Vienen las semanas en que lloverán de manera interesada los fantasmas del pasado, exceptuando claro está la barbarie histórica de la extrema izquierda en el 36. Pero no perdamos el norte y hagamos que la decisión de Sánchez de convocarnos a las urnas el 23 de julio sea su definitivo final; que se vaya de una vez a reponer toallas en la sauna gay de su suegro. Trabajo digno.

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