Un nuevo PP para erradicar el sanchismo
El PSOE ha gobernado España casi 30 de los 50 años desde que murió Franco. Aznar y Rajoy suman apenas un año más de los que permaneció Felipe González en La Moncloa. Zapatero y Sánchez acumulan ya casi tantos años como estuvieron en el poder los dos únicos presidentes del PP. El marido de Begoña Gómez superará los años de Aznar si apuntala un año más la legislatura.
Feijóo cree que el Gobierno de Sánchez «está ya en su cuenta atrás, dure lo que dure» y ha activado el modo electoral convocando un congreso ordinario para reformular el proyecto político del PP. «Les vamos a decir a los españoles lo que proponemos, lo que haremos y lo que, entre todos, vamos a conseguir». La historia del PP obliga a recibir este compromiso con cautela. Tiene dos legados. Y son muy distintos.
Aznar ganó por los pelos a un González desarbolado por la corrupción, pero su impoluta gestión le catapultó a la mayoría absoluta cuatro años después. Cuando llegó a La Moncloa, España no cumplía ninguno de los requisitos que Bruselas exigía para estar en el euro. El déficit público era del 7% y había que reducirlo al 3% en año y medio. La inflación superaba el 4% y la deuda rebasaba el 60% del PIB permitido. Aznar asumió el reto en su discurso de investidura, emprendió las reformas necesarias, galvanizó a la sociedad y logró que España entrase como socio fundador del euro. Fueron años donde se alcanzó el pleno empleo y la prensa internacional hablaba del «milagro español». La recompensa: 183 diputados en 2000.
La brutal crisis que Zapatero intentó ocultar hasta que Obama y Merkel le bajaron de las nubes regaló a Rajoy 186 escaños, una mayoría absoluta inédita en la derecha. Los españoles gritaron cambio y el líder del PP sólo les ofreció una contabilidad aseada. Les puso a salvo de los hombres de negro que Bruselas enviaba con guadañas afiladas para los recortes, pero holgazaneó con cosas que también importan, como dar por irreversibles las «conquistas» de la izquierda. Y, sobre todo, erró en el análisis del proceso independentista, que le montó dos referéndums en sus narices. La desidia de Rajoy alumbró a Vox, dinamitando así uno de los grandes logros de Aznar: la unificación de la derecha nacional y regionalista bajo las siglas del PP.
El destrozo político, moral y económico que deja el sanchismo con su apropiación de las instituciones, la falta de respeto a la verdad, el abuso torticero de las reglas del juego, la deriva caudillista, la ausencia de escrúpulos en el desempeño del cargo público o la gestión de los problemas con prejuicios ideológicos cuestionados por la realidad objetiva es tal que el futuro de la democracia en España (no la posibilidad de votar cada cuatro años, sino la de disfrutar de un modelo de convivencia más nórdico que tercermundista) estará en manos de que el líder del PP no se conforme con heredar y administrar la ruina maquillándola con menos impuestos.
¿Seguirá Feijóo defendiendo que los jueces elijan a los jueces o se conformará con el sistema ya pactado con el PSOE? ¿Regulará por ley métodos de selección para que los cargos públicos sean ocupados por personas capacitadas profesionalmente sin vínculos partidistas? ¿Retirará al Estado de las compañías privadas como Telefónica colonizadas por Sánchez? ¿Cómo va a conseguir que las sentencias del Supremo sobre el español se cumplan en los colegios de Cataluña? ¿Legislará para que se estudie la misma Historia de España en cualquier rincón del país? ¿Derogará que se pueda pasar de curso con dos suspensos? ¿Cómo afrontará la inmigración masiva irregular? ¿Asumirá, como el laborista Starmer, el «fallido experimento de las fronteras abiertas»? ¿Se limitará a prolongar la vida útil de las centrales nucleares sin formular un plan más ambicioso para dotar a España de esta energía verde y barata por temor al agitprop ecologista? ¿Reformará la Ley de Cambio Climático que prohíbe a España explotar sus grandes reservas de uranio ahora que la UE recula y trabaja para recuperar su independencia energética? ¿Impulsará un plan hidrológico nacional para evitar que años lluviosos como el que estamos teniendo no se pierdan en el mar? ¿Revertirá que el género legal pueda determinarse por la simple declaración de voluntad, sin necesidad de requisitos médicos o judiciales? ¿Derogará la autodenominada Ley de Memoria Democrática que falsea la historia y fomenta el guerracivilismo? ¿Combatirá la falacia socialista de que todo lo público es gratis? ¿Se atreverá a poner coto al Estado paternalista?
Son sólo algunas de las preguntas a las que el PP deberá responder en su congreso si el objetivo, además de derrotar a Sánchez, es erradicar el sanchismo, que no es lo mismo.
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