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A medida que pasan los años, el cuerpo lo nota. La vitalidad baja, los músculos se reducen y, con ellos, también la fuerza. Es parte del envejecimiento.
Esta reducción se transforma en algo muy concreto: cuesta más hacer las actividades del día a día. Hay cuestiones que antes se veían fáciles (cargar las bolsas de la compra, dar un paseo largo, subir escaleras) que ahora pesan, literalmente. Ante esto no hay que buscar el abandono, sino lo contrario: un ejercicio que sea funcional. Y hay uno que se puede hacer desde casa, sin excusas.
Este es el ejercicio que los mayores de 65 deberían incorporar en su rutina
Ir al gimnasio está bien, pero no es la única opción. Para las personas mayores de 65, entrenar con pesas ligeras en casa puede ser incluso más efectivo y realista. No hace falta maquinaria ni rutinas complicadas, lo importante es la constancia y la técnica.
Trabajar con mancuernas pequeñas fortalece los músculos, mejora el equilibrio y da más seguridad al moverse. Es una forma simple de frenar la pérdida de masa muscular y ganar autonomía en el día a día. Lo mejor es que cada persona puede adaptar los ejercicios a su nivel, sin presión ni riesgo de lesiones innecesarias.
Este tipo de entrenamiento no sólo mejora la fuerza física, también tiene un impacto positivo en la salud ósea, el estado de ánimo y hasta la función cognitiva. Una rutina bien llevada puede marcar la diferencia entre depender de alguien o seguir haciendo las cosas por uno mismo.
¿Qué ejercicios con pesas ligeras se pueden hacer a los 65 años?
Empezar en casa no significa hacer cosas complicadas. De hecho, la clave está en movimientos simples, bien hechos y adaptados al cuerpo de cada uno.
Estos ejercicios son una base segura para ir ganando fuerza sin sobrecargar las articulaciones:
- Sentadillas con apoyo: Uno de los mejores ejercicios para fortalecer las piernas. Basta con colocarse frente a una silla, bajar como si uno fuera a sentarse y volver a subir. La espalda recta y el abdomen activado.
- Zancadas con apoyo: Las zancadas ayudan a trabajar el equilibrio y la coordinación. Se da un paso largo hacia delante, se bajan las rodillas hasta formar dos ángulos rectos, y se vuelve al centro. Con una mano apoyada en la pared o el respaldo de una silla, es más seguro.
- Remo con mancuernas: Fortalece la espalda y mejora la postura. Se inclina ligeramente el torso hacia delante, con las rodillas flexionadas, y se tiran las mancuernas hacia el abdomen como si se remara.
- Elevaciones laterales: Ideales para los hombros y la parte superior de la espalda. Con los brazos estirados a los lados, se levantan las mancuernas hasta la altura de los hombros y se bajan con control.
- Flexión plantar: De pie, se levantan los talones del suelo, quedándose unos segundos en la punta de los pies. Ayuda a fortalecer los tobillos y a mejorar la estabilidad.
¿Cómo empezar y qué consideraciones tener en cuenta?
Antes de lanzarse a hacer cualquier rutina de ejercicio, conviene consultar con un médico o fisioterapeuta. Especialmente si hay antecedentes de lesiones o alguna enfermedad crónica.
Lo ideal es comenzar con pesos muy ligeros y ejercicios sencillos. A medida que el cuerpo se adapta, se puede aumentar progresivamente la dificultad. El foco debe estar en hacer los movimientos con buena técnica. Si algo duele, se para.
La regularidad también marca la diferencia. Con 30 minutos al día, cinco veces por semana, ya se puede notar un cambio.