Ni media broma con el Senado
Hace un par de días, la nueva candidata del Partido Popular, Cayetana Álvarez de Toledo, argumentó que lo que ocurrió en el año 2017 en Cataluña es más grave que lo que ocurrió el 23 de febrero de 1981, y no le falta razón. Solo así se explicaría que España lleve soportando un golpe de Estado sostenido durante un año y medio. Y el último ejemplo de desacato, de desobediencia, de provocación a la ley, es la decisión del president Torra de de negarse a retirar los lazos amarillos de las instituciones, como le ha ordenado la Junta Electoral.
Cuando el 23 de febrero, los militares secuestraron el poder ejecutivo y el poder legislativo a punta de pistola, todos los demócratas, sin excepción, cerraron filas ante la extrema gravedad de lo que estaba sucediendo para neutralizar lo que estaba sucediendo, que era el intento de acabar con nuestra libertad.
No solo hubo una condena penal ejemplar. Lo más importante fue la condena moral de toda la sociedad española. Sin grietas, sin fisuras, sin notas a pie de página. Ahora asistimos a un empalagoso intento por minimizar, por relativizar -a veces por justificar- la actuación de unos responsables institucionales que quebraron el orden constitucional, que se habían comprometido a defender, poniendo en riesgo la convivencia. Y esos mismos responsables institucionales, a posteriori, han favorecido al Gobierno de Pedro Sánchez, sosteniendo al Gobierno de la Nación, y exigiendo cumbres bilaterales y negociaciones sobre asuntos que exceden las competencias constitucionales del Presidente del Gobierno. Claro que es más grave, mucho más grave.
Ayer, el Presidente del Partido Popular y candidato a la Presidencia, Pablo Casado, propuso a Ciudadanos llegar a un acuerdo a un proyecto común para el Senado. Y no es una cuestión menor; es muy importante que Ciudadanos lo tenga en cuenta, porque si el constitucionalismo pierde la mayoría el Senado, carecerá de autonomía propia para defender al Estado de Derecho en esta nueva etapa del procés, que es la de la tensión continua, la de las batallitas diarias, las mini-detonaciones continuas para hacer estallar nuestra democracia. El constitucionalismo tiene que tener los instrumentos legislativos, ejecutivos y judiciales para defenderse, y en este sentido, sumar es fundamental.
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