Opinión

Más Guarro que Cabal, desde luego

El muy moderado en las formas presidente de la Generalitat de Cataluña, el socialista Salvador Illa, ha decidido rodearse de algunos de los más conspicuos hooligans del separatismo, gente que no se caracteriza precisamente por su sutileza, sino que es la expresión más fiel de lo que viene a ser un cafre. Illa ha decidido que hay que tender puentes con el separatismo y a tal fin ha incorporado a su gobierno elementos radicales como el tal Miquel Cabal Guarro, jefe de la Oficina de Relaciones Institucionales del Departamento de Política Lingüística, un abanderado de la dictadura del catalán que manifestó en sus redes sociales lo que sigue: «Inmensa mierda que es el Estado español».

Este es un tipo singular, porque Cabal afeaba que en un documento oficial de Hacienda se había traducido su nombre erróneamente. Y es que, en lugar de aparecer su segundo apellido, tal y como se escribe, es decir, Guarro, aparecía su traducción al catalán: Porc. Será Guarro o Porc, pero lo que no admite duda es que su segundo apellido le describe mejor que el primero, porque de cabal no tiene nada el personaje.

«Decirme Guarro nunca me ha supuesto ninguna pena», ironizaba en otro mensaje que respondía al post inicial. Las tareas que tendrá como jefe de la Oficina de Relaciones Institucionales serán «preparar la información necesaria para dar respuesta a las iniciativas del Parlamento de Cataluña», además de «elaborar informes y asesorar, en materia de relaciones institucionales», o el «seguimiento de la actividad parlamentaria de las otras instituciones estatales». El cargo está dotado con un complemento específico de 36.005,16 euros para su sueldo base de funcionario del grupo A, además del complemento de destino, uno de los más altos.

Guarro, o Porc, qué más da, dejó escrito que la política educativa y cultural de España «es un estercolero supremacista castellano». Guarro o Porc, qué más da, estuvo también entre los firmantes del manifiesto del Comité Ejecutivo del Consejo de la Cultura de Barcelona, del que formaba parte, y que pidió la «libertad inmediata» de los finalmente condenados por sedición Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, y Jordi Sánchez, líder de la Asamblea Nacional Catalana. Este es el gaznápiro que ha fichado el prudente Salvador Illa.