Opinión

Lobbies y otras falacias de las bombas a Arabia Saudí

Los españoles hemos estado una semana sufriendo un autoflagelo colectivo a cuenta de la venta de bombas a Arabia Saudí. La exportación de armamento se ha convertido, a decir por la ministra de Defensa, en la última cosa de la que los españoles deberíamos sentirnos avergonzados. Somos potencia en la venta de armas y nos guste menos que más, mientras existan las guerras, también habrá comercio de armamento. Las guerras no son más que fruto del comportamiento humano. Por ello, jamás podrán evitarse por mucho que todos estemos de acuerdo en que deberían desaparecer porque provocan la muerte de miles de inocentes. 

Resulta falaz decir que las armas españolas son para matar inocentes yemeníes porque la industria de Defensa no distingue por conflictos, sino que lo que hace es sumar el arsenal a disposición de un país para cuando la ocasión así lo requiera. Lo que España está a punto de entregar es un contrato firmado en 2015. Es falso también que la guerra de Yemen sea la principal excusa porque las armas no se fabrican de un día para otro y hace tres años era imposible prever si la guerra iba a prolongarse más o menos años. Del mismo modo, el pasado año Alemania multiplicó casi por 10 un contrato con Riad. EEUU hizo lo mismo. Tampoco nadie fue capaz de prever la duración del conflicto. 

Una primera reflexión que este asunto merece es que de la venta de armas no se libra nadie. La semana pasada escribí sobre Noruega. Pues bien, el país nórdico tiene como principal cliente de armamento a Omán, un país musulmán rico en petróleo que tiene la pena de muerte recogida en su legislación e incluso para los narcotraficantes. Otro país, Suiza, tradicionalmente considerado como neutral y que ha cultivado esa imagen de país anfitrión de foros para lograr la paz en determinadas guerras como la de Siria, Georgia o Irak, es un importante exportado de armas. China, Kuwait, Qatar e incluso Arabia Saudí están entre sus grandes clientes. No hay precisamente país occidental importante que no le venda a Arabia Saudí. Además del ejemplo mencionado de Suiza, Alemania o Francia —pero especialmente EEUU y Reino Unido— son los grandes exportadores de armamento a Arabia Saudí. 

Lo sospechoso es que aquí nadie en tantos años había reparado en esta cuestión e incluso la opinión pública desconocía el tema para de repente convertirse en asunto de debate en los medios de comunicación y de rectificación por parte del Gobierno. Y ese es uno de los problemas que tiene el actual gobierno. Llegar al poder sin unas urnas de por medio y un programa electoral que presentar a la ciudadanía, tiene el riesgo de que la hoja de ruta venga, cuanto menos, recomendada desde fuera. No me creo que la ministra de Defensa tuviera en su cabeza al ser elegida ministra el asunto de la venta de armamento a Arabia Saudí. Fue el colectivo formado por Amnistía Internacional, Greenpeace, FundiPau y Oxfam Intermón bajo la iniciativa “Armas Bajo Control” quienes quieren prohibir la venta a Israel y Arabia Saudí y quienes como grupo de presión están haciendo lo indecible para que ello suceda. Como ciudadano resulta preocupante que los grupos de presión ejerzan una influencia sobre los gobernantes hasta el punto de marcarles su agenda. Los lobbies obedecen a los intereses de la cartera de quien les paga. Y aquí ya he hablado en más de una ocasión sobre quién es el gran financiador internacional de las ONG.