Opinión

Lo del hermano de Sánchez y sus ‘amigos’ en la Diputación de Badajoz es de culebrón

Resulta patética la veneración que el socialismo profesa a su líder, hasta el punto de que alguno, por aquello de hacer méritos ante el jefe, es capaz de meterse en camisa de once varas. Es el caso del diputado provincial extremeño Francisco Martos Ortiz, responsable de Cultura en la Diputación de Badajoz, que ha decidido salir en defensa, por la cuenta que le tiene, del hermano músico del presidente, el que fue contratado por este organismo en su condición de músico excelso y no pisó su puesto de trabajo salvo en muy contadas ocasiones. Una juez investiga el caso y ha imputado al hermano de Pedro Sánchez junto al presidente de la Diputación. Su señoría ha reclamado a la Guardia Civil que se incaute de los correos electrónicos para determinar las condiciones en las que fue contratado el músico y su insólito régimen de trabajo. Pues bien, al tal Francisco Martos lo que ha hecho la juez le parece que es una desproporción en toda regla y ha presentado un recurso al juzgado considerando que con esa medida se vulneran sus derechos (sus correos también han sido interceptados).

Algo teme el tal Martos, que ya se enfrentó en su día a una causa penal de la que salió, en primer término, malparado. Fue condenado por acoso laboral y lesiones psíquicas por un juzgado de Don Benito, aunque luego fue absuelto por un tribunal superior. La cosa, sin embargo, no quedó ahí, porque ahora el querellante -un arquitecto- ha presentado recurso ante el Supremo. Ya veremos en qué queda todo, pero lo cierto es que el caso del hermano de Sánchez ha puesto de manifiesto no sólo que el músico disfrutó de un trato de favor que para sí lo quisiera cualquier empleado público, sino que lo de la Diputación de Badajoz da para un culebrón de cien capítulos. Que sus responsables están en el punto de mira de la justicia resulta, a tenor de los hechos, una obviedad.