La lava sepulta a una ministra inexportable

La lava sepulta a una ministra inexportable

No dimite. No se excusa, simplemente matiza y lo pone peor. Al Consejo de Ministros siempre (salvando excepciones que confirman la regla) se ha llegado con preparación, lecturas, capacitación y, sobre todo, sentido común que hasta el momento es el más común de los sentidos.

Debo confesar y confieso que jamás en mis dilatados años de observador político había visto (y he asistido a unos cuantos) algo tan increíble como lo que oí con estos pabellones auditivos que se comerán la tierra. Una ministra de Industria, Turismo y Comercio que, risueñamente, se congratula por la erupción de un volcán que, en su gran entender, iba a dinamizar la industria turística canaria.

Unas horas más tarde, su jefe, el presidente, se sube a su bien más preciado -el Falcon de la Fuerza Aérea- para presentarse por una vez con celeridad, tiempo y forma, en La Palma, consciente de que se iba a vivir un gran drama humano, económico, ecológico.

No dimite. Balbucea negaciones y a seguir en el machito. Por mucho menos se dimite en las grandes democracias del mundo libre.

Lo de Reyes Maroto, la misma que iba a ser vicepresidenta en el non nato Gobierno Gabilondo en la Comunidad de Madrid, es una vieja conocida -muy conocida- entre los principales líderes empresariales/turístico de España. Hasta tal punto que cuando todos ellos en grupo o en privado tienen algo serio que pedir al Gobierno se van a ver o al presidente o a la vicepresidenta de Economía.

Tendría que haber un seguro para ministros y altos cargos incompetentes o vacíos. Hay una cosa que es la auctóritas y otra bien distinta la potestas. Maroto, daríame la sensación, de que ni lo uno ni lo otro. Un sector que representa el 12% del PIB no te reconoce como ministra: ni los pequeños, ni los medianos ni los grandes.

Su jefe que a chulería no le echa un pulso nadie, le mandará a Canarias a pedir el voto en las próximas elecciones. Seguro.

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