Opinión

Iban a asaltar el cielo, pero terminaron asaltando mujeres

Que el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero haya sido denunciado por violencia sexual no sorprende demasiado. Ya este periódico, hace casi tres años, informaba que los muros de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense habían sido empapelados con sus fotos, señalándole como «acosador y cómplice» durante el Día Internacional de la Mujer. Ahora la Universidad Complutense ha abierto una investigación tras una denuncia por acoso sexual contra Monedero, que se suma a otras dos denuncias que recibió Podemos. No puede decirse que la respuesta de la formación morada fuera un ejemplo, precisamente, de transparencia, porque estos adalides del feminismo de boquilla taparon el asunto. Por aquellas estaban enfrascados con la ley de sólo sí es sí y no hicieron lo que bien pudieron hacer y no quisieron: poner la información que tenían a disposición de la justicia. Esta izquierda a la que se le llena la boca de igualdad y presume de defender a las mujeres rezuma hipocresía.

Lo de Monedero, como lo de Errejón, como lo del diputado gallego Xabier Ron, afín a Yolanda Díaz -detenido por agresión sexual-, demuestra que  la izquierda que se ha pasado años dando lecciones de feminismo es un ejemplo supremo de cinismo. Que Monedero estaba desde hace tiempo en el disparadero por su comportamiento inapropiado con las mujeres no es ninguna novedad. Y lo mismo cabe decir de Errejón.

Sin embargo, ni Podemos ni Sumar movieron un dedo. Es más, encubrieron los comportamientos de sus dirigentes, de los que tenían conocimiento. En ambos casos, lo más irritante es que al frente de ambas formaciones hay dos mujeres, lo que añade un plus de indignidad al asunto. Estos son los machos alfa de la nueva izquierda que venían, sobrados ellos, a tomar el cielo por asalto. Han terminado señalados como agresores o acosadores sexuales. Eso sí, ante el estruendoso silencioso de las organizaciones feministas que, convenientemente amamantadas, han vivido a todo trapo.