Opinión

Hispanidad, 12 de octubre y ciclos que vuelven

Dice el clásico que lo único permanente en la Historia de la humanidad es el cambio, los ciclos, fruto de la simpleza de la razón humana que tiende a caer en los mismos errores y, posteriormente, se inclina a levantarse hasta conseguirlo. Antonio Maura en 1909 fue incapaz de dialogar con Canalejas, torpe ante los retos del país y, lo más grave, acreditó ausencia de visión de Estado. El resultado fue el enconamiento de la política española que terminaría con la dictadura de Primo de Rivera, su declive, elecciones municipales, la República y la Guerra Civil. ¿Por qué?  

 

Más allá de analizar las incuantificables causas que llevaron a la contienda, la muerte, la destrucción y la pobreza, estaba la ausencia en nuestros dirigentes políticos de un sentido estratégico que se percibe, casi un siglo después, en la actualidad y en esa misma clase dirigente. Insultos personales en el parlamento, descalificaciones groseras enteramente inmotivadas, trato displicente en la ideología del contrario enfrentando el manido axioma dela izquierda moderada frente a las extremas derechas. Todo ello cargado de una falta irrefutable de altura moral, de deplorable altura de miras, sin proyecto de nación al que aferrarse

 

Celebramos un 12 de octubre con un casi insoslayable poso de tristeza. Sin resignación, pero con realismo. Porque falta ilusión y esperanza en un poder político que nos acostumbra día sí y día también a digerir un debate público de una bajeza moral que no es propia ni siquiera de la esfera privada. Presuntos plagios en una tesis doctoral, copias en trabajos de máster universitarios escritos al trote, evasión fiscal cuando señalan a las SICAVS como al demonio, utilización de información privilegiada o conversaciones homófobas sobre la utilización de prostitutas para extorsionar… en medio de este espectáculo, en el centro de esta ciénaga no es fácil prosperar. Tampoco cuando a ciertos representantes no se les cae de la boca la dialéctica marxista de ricos vs pobres, trabajadores vs opresores, exploradores vs explotados. Sin duda estamos, con estos mimbres, en el preludio de una época difícil, dura, posiblemente de profunda crisis económica para un país que no se lo merece. ¿O sí? 

 

Este 12 de octubre, más allá de sacar nuestra bandera —con o sin el impulso y los viralizados vídeos de partidos y de líderes—, más allá de reivindicar el orgullo de vivir en uno de los países del mundo con mejores cuotas de bienestar —sanidad, seguridad, transporte público, educación— hagamos una profunda reflexión. Pensemos qué puede hacer cada uno de nosotros para alumbrar un proyecto nuevo, que nos vuelva a ilusionar, que nos saque de este profundo atolladero. No es sólo una cuestión económica. Es una cuestión moral, de regeneración auténtica, de reconversión verdadera. Vuelve a pasar el tren y las generaciones venideras jamás nos perdonarán que lo volvamos a perder. España y los españoles jamás lo entenderían.