¿Hay un plan para salvar a España del separatismo?
Queda claro que el separatismo, tanto el catalán como el vasco, tiene desde hace décadas un plan para destruir España. Ya han conseguido en sus respectivas comunidades autónomas ser hegemónicos, y la siguiente fase es el “pancatalanismo” y el “panvasquismo”, batallando en los frentes de Valencia, Baleares, Aragón y Navarra. Con paciencia, y día tras día, van avanzando, como si fuera un salchichón del que, loncha a loncha, se van apoderando.
La pregunta es, ¿existe un plan para salvar a España del separatismo? Visto lo visto, parece que no. La ‘mesa de diálogo’ no parece la mejor manera de plantarles cara, sobre todo porque se visualiza la presencia de un “Gobierno de España” y un “Gobierno de Cataluña”, como si la reunión de ambos Ejecutivos fuera la comisión encargada de pactar una paz tras una contienda bélica. Solo con la existencia de la misma el secesionismo ya se ha apuntado una victoria importante.
Queda claro que Pedro Sánchez no tiene un plan para salvar a España del separatismo. ¿Lo tuvo Mariano Rajoy? Si leemos el estremecedor libro ‘La telaraña’, de Juan Pablo Cardenal, queda claro que tampoco. Porque leer en sus páginas la mezcla de indolencia, falta de voluntad y carencia de arrojo del Gobierno de España a la hora de intentar plantar cara a la red de propaganda del secesionismo catalán en el extranjero, da ganas de llorar. Que uno de los Estados más antiguos de Europa se dejara comer la tostada por un gobierno regional como el de la Generalitat indica que lo importante no es el tamaño, ni el potencial, sino la voluntad de usar las herramientas de las que se dispone.
El ‘Govern’ de Mas, Puigdemont o Torra no ha dudado en poner toda la carne en el asador para expandir su propaganda tanto en Cataluña, como en el extranjero. Ni Felipe, ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy, ni Sánchez han querido plantar cara de verdad al secesionismo catalán. Las opciones fueron desde el intento de conllevancia, el mirar hacia otra parte o esperar que el tiempo solucionara los problemas. Pero nada de un plan para reconquistar las almas de los muchos españoles envenenadas por el separatismo. La aplicación del artículo 155 sobre el Govern tuvo buenas intenciones, y consiguió algunos resultados destacables, pero fue solo un parche temporal.
Para poder ganar al secesionismo, al menos hay que presentarse en el campo de juego. Y desde la restauración democrática los nacionalistas catalanes han ganado todos los partidos por incomparecencia del contrario. Por muchos desafíos que plantearan, nunca perdían, siempre ha sido un “win-win”. Si no ganaban, se quedaban como estaban, si se salían con la suya, los réditos fueron siempre notables. Miremos la situación actual: JxCAT y ERC intentan dar un golpe de Estado. Con apenas un par de años de prisión los presos van encadenando permisos y terceros grados encubiertos; siguen dominando el presupuesto de la Generalitat y lo siguen saqueando; presumen de que “lo volverán a hacer” y su maquinaria de propaganda interior y exterior es más fuerte que nunca.
¿Por qué no lo van a intentar de nuevo con tantos incentivos para repetir? Si pierden, unos meses en prisión, a cuerpo de rey, y de nuevo a casa. Si ganan, todo el pastel para ellos. Lo raro es que el PNV y Bildu no se apunten a la fiesta. Y según lo que pase en Galicia en las próximas autonómicas, también el frente secesionista con el BNG al frente. Porque si el Gobierno, los altos funcionarios del Estado o la Santísima Trinidad tienen un plan para salvar a España de la ruptura, yo no lo veo por ningún sitio. Veo, en general, mucho cortoplacismo. En Cataluña hay un refrán que dice ‘qui dia passa, any empeny’, que significa “quién pasa un día, empuja un año”. Así está nuestro país. Los separatistas van “passant” días, y poco a poco van consiguiendo avanzar hacia su objetivo final.
Sigo siendo optimista en cuanto a la reacción de la ciudadanía para evitar la ruptura de España. Pero me temo que cada día estamos más solos, y necesitamos crear ya las herramientas indispensables para una respuesta transversal al separatismo. O conseguimos construir un frente amplio, o perderemos.