Opinión

La Guerra Civil terminó hace 79 años

Algunos políticos siguen haciendo un uso irresponsable de la Guerra Civil con fines partidistas. Aquella contienda de malos contra malos fue lo peor que le ha pasado a España en su historia reciente: ruina, pobreza y devastación. Un país que después estuvo sepultado durante 40 años bajo el yugo de la dictadura franquista. Nadie pone en duda el profundo dolor y retroceso que produjeron aquellos años. De hecho, resulta oportuno recordarlo en las efemérides señaladas y en los aniversarios, ya que un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. No obstante, una cosa es ser justos con nuestro pasado y otra muy distinta es utilizarlo para sacar réditos políticos en la actualidad, tal y como tratan de hacer con la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía.

La Junta se equivoca al perseverar en este tema para ganar votos. Es fácil apelar a las bajas pasiones, pero también peligroso. Distinguir unos pueblos de otros porque recuerden o no los acontecimientos pretéritos de nuestra Historia no es lo más adecuado. Especialmente porque creas una sensación de «buenos y malos» que es, en definitiva, dar pábulo a aquel espíritu guerracivilista que tanto daño nos hizo como nación y que tanto lastró nuestro desarrollo en las siguientes décadas. La Guerra Civil terminó hace 79 años. Es momento de conquistar el futuro, no de reinterpretar el pasado con estrategias maniqueas.

Es el momento de sentar las bases de una sociedad más tolerante y preparada. De perseverar en el desarrollo económico y en las medidas para crear empleo, más si cabe en una región tan castigada por el paro como Andalucía. Es el momento, en definitiva, de mirar hacia delante. De esta norma llama la atención que amplía el marco de investigaciones sobre el fascismo desde 1931 a 1982. En España, la democracia ya estaba plenamente asentada en el 82. De hecho, ya se habían celebrado dos elecciones generales en 1977 y 1979. Por ello, da la sensación de que la norma se crea de manera interesada para arrogar al PSOE el mérito de ser el garante de la democracia en España. Susana Díaz es una política de nivel, su trayectoria política habla por sí sola. Sin embargo, se equivocará si no rectifica esta medida.