Opinión

El ‘espíritu’ del 3 de octubre

Ahora que está a punto de comenzar la campaña de las elecciones autonómicas catalanas, y que los tres grandes partidos soberanistas (PSC, Junts y ERC) posiblemente se repartan el pastel, hay que recordar, para no desfallecer, el magnífico discurso del Rey del 3 de octubre de 2017, el que paró el golpe de Estado independentista de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Una intervención que nos dio esperanzas a los catalanes no separatistas, de ahí que el independentismo redoblara, desde ese momento, su ofensiva contra la Casa Real. Por eso toca, por convicción y por estrategia, defender a Felipe VI a capa y espada para garantizar que España siga siendo un país democrático que se rige por una Constitución que fue apoyada masivamente por los españoles. El 12 de mayo el espíritu de la unidad nacional, que representa el Rey, ha de impulsar el voto constitucionalista.

Espero de los partidos que plantan cara al separatismo (PP, Vox y Ciudadanos) que defiendan a Su Majestad en los mítines de campaña, y que se reivindique el «catalanes, no estáis solos» que pronunció en dicho discurso. Han de hacerlo, porque solo con la solidaridad de nuestros compatriotas que emanaba de esas palabras podremos evitar lo peor: que Cataluña sea la punta de lanza para convertir a España en un Estado fallido, dividido en taifas regidas por clanes supremacistas que se reparten el botín y consideran a buena parte de sus habitantes como catalanes o vascos de segunda división. Los partidos constitucionalistas han de apelar al apoyo de todos los españoles para que se dediquen a convencer, con el boca a oreja, a sus familiares y amigos en Cataluña. No puede haber votantes que duden entre los socialistas y los constitucionalistas, porque un voto a Illa es un voto a Puigdemont o a Aragonés.

Los separatistas están convencidos de que los que no seguimos sus postulados no somos catalanes, ya que en su cosmovisión pseudoracista somos traidores o colonos. Recordemos que la invitación a coger las maletas y largarnos de Cataluña es de las primeras cosas que te suelta un independentista cuando le llevas la contraria. Por esta razón el «catalanes, no estáis solos» de Felipe VI es revolucionario. Porque rompe con la dinámica de los secesionistas que quieren que nos larguemos de lo que consideran  su tierra, cuando es la de todos. Además, esta proclama fue fundamental para que un millón de ciudadanos, la gran mayoría catalanes, pero con refuerzos de todos los rincones de la Nación, llenáramos las calles del centro de Barcelona, de manera cívica y festiva, blandiendo con orgullo la bandera nacional, el 8 y el 29 de octubre de 2017.

Solo con ese espíritu de unidad podemos conseguir derrotar a un separatismo que ahora mismo parece invencible gracias a su alianza con los nuevos partidos soberanistas: el PSOE y la galaxia de formaciones fanáticas que giran alrededor de la marca Sumar. El 12 de mayo no solo se elige la composición del Parlament: ha de ser el punto de partida para que Cataluña deje de ser el gran problema de España y comience a convertirse en una de las soluciones. Posiblemente no conseguiremos que los partidos constitucionalistas gobiernen, dado que los sondeos más optimistas no se acercan a los 30 escaños en una cámara con 135 diputados. Pero hemos de conseguir el mejor resultado posible para que podamos decir que es el principio del fin. El fin del PSC y los Comunes como compañeros de viaje de un separatismo que solo busca el privilegio y la impunidad. Reivindiquemos el espíritu del 3 de octubre para conseguirlo.